Sunday, August 11, 2013

Cuento de domingo

¨Alguna vez, en un pueblo muy antiguo, existía una costumbre que se celebraba cada vez que una mujer estaba embarazada. Un fin de semana unos meses antes de que la mujer diera a luz, todas las mujeres del pueblo caminaban hacia las profundidades del bosque. Pasaban días ahí caminando y caminando hasta encontrar la canción del niño que nacería pronto.

Luego, las mujeres regresaban al pueblo y le enseñaban esa misma canción a todos los pobladores, niños, adultos, ancianos, hombres y mujeres. 

Cuando llegó el día que nació el bebé, todo el pueblo estaba de fiesta.
Fueron sus padres los primeros que le CANTARON SU CANCION.
Luego, todos los pobladores se reunieron afuera de su casa, y LE CANTARON SU CANCIÓN.
Desde su cuna, el niño siempre se arrullaba y dormía escuchando cómo todos le cantaban SU CANCIÓN.
El primer día que el bebito comenzó a gatear, todos, LE CANTARON SU CANCIÓN.
Cuando dijo su primera palabra, LE CANTARON SU CANCIÓN.
Y en su primer día para ir al nido, LE CANTARON SU CANCIÓN.
Cuando comenzó a ir al colegio, LE CANTARON SU CANCIÓN.
Cuando entró a la universidad, LE CANTARON SU CANCIÓN.
Cuando se enamoró, LE CANTARON SU CANCIÓN.
El día de su matrimonio, LE CANTARON SU CANCIÓN.
Cuando fue padre, LE CANTARON SU CANCIÓN...
Y así, en cada acontecimiento importante, siempre, todo el pueblo se reunía y le cantaba su canción.

Y en ciertas ocasiones, cuando cometía un error, o hacía daño a alguien del pueblo, cuando estaba triste, molesto, o sentía rabia, todos los pobladores, se juntaban en el centro del bosque, y desde allí, LE CANTABAN SU CANCIÓN.

Se la cantaban porque en vez de regañarlo o exigirle que corrigiera su error, preferían recordarle su esencia, su razón de ser en este mundo, sus orígenes y darle la llave para abrir su propio corazón.¨

Sabes tú, cuál es tu canción?¨

Monday, May 27, 2013

Realidad. El único punto de partida

Para los que me conocen, saben que creo que el yoga lo soluciona todo. Por qué? Porque el yoga lo abarca todo. Todas las dimensiones dentro de uno mismo. Y dentro de uno mismo están todos los problemas y sus soluciones. Creamos las realidades que vivimos. Cada uno se mueve en el mundo de su mente... Un mundo propio que nadie puede comprender del todo. Sin embargo, todos los mundos mentales son muy parecidos. Todos se mueven en el pasado y en el futuro, entre el miedo y el deseo, usan una imagen equivocada del yo construido por adjetivos y ausente de vacío. Desde ese yo tan volátil, cambiante y vulnerable como el pica pica, se construye, se destruye, se proyecta, se imagina, se ríe, se llora.... S

Sólo cuando salimos de esa mente y entramos en conciencia, nos hacemos parte de un todo compartido. Salimos de nosotros y nos hacemos uno. Puro silencio.

Creo profundamente en el yoga como una alternativa de cambio real. Sobre todo, porque te llena de vacío. El vacío se hace distancia. Y la distancia permite ver lo real y distinguir. Da nitidez. Da claridad. Inhalar y exhalar es lo único que se necesita para que todo se ponga en su lugar. Inhalar y exhalar es crear distancia para ver por una ventana, por un huequito, para ver sin límites. Cuando dejamos de respirar, se apaga la luz y comenzamos a imaginar.

El mundo nos vende cambio... cada segundo. Nos vende cambios imaginados. Cambio de celular, de ropa, de pareja, de departamento, de vida... Siempre, el punto de partida de ese cambio es algo ajeno a nuestra realidad. No existe. Es expectativa. Es de cartón. O existe algún gimnasio que te pone un espejo alfrente (y no la foto de una super modelo) y te dice que el punto de partida para bajar tu nivel de grasa corporal es quererte tal y como eres?

El punto de partida es negar tu realidad. Por lo tanto, cuando llegues a otra realidad, seguirás negándola porque siempre habrá algo mejor y más atractivo. La forma cambia. El fondo es el mismo. Un fondo insatisfecho.

El mundo no sólo nos vende objetos. Nos pone a nosotros mismos como objetos en los que nos tenemos que convertir. Un empresario exitoso. Una mujer que pesa 20 kilos menos y no tiene celulitis. Libertad en forma de postal de playa caribeña. Amor en forma de un anillo. Y todo.... como lo diría cualquier comercial de Telemercado... puede estar al alcance de tu mano en minutos. Nos venden el producto final, incluso el camino.

Alguien mira el punto de partida?

El yoga lo hace. Desde el primer día. La verdad es a veces agria. No porque lo es, sino porque uno no la acepta. El yoga te pone un espejo alfrente. Es una puerta al cambio... sin plazos, sin tiempos, sin cortes de camino... Es un camino que nunca termina porque no va a ningún lado que no conozcas. Aprender es recordar.

El yoga te enseña a mirarte a los ojos y ver que en ti, hay cambio todo el tiempo. Cuando te quedas quieto, observas que todo cambia porque esa es la naturaleza del universo, y uno, al alinearse con ese universo, automáticamente se mueve hacia el balance. Con temblores, lluvias, mareas altas y bajas... está en nuestra esencia alcanzar balance. No estamos hechos de plástico. Somos carne, hueso y universo puro.

El yoga no necesita venderte nada más que tu propia imagen para demostrarte que ya eres lo que quieres ser, ya sabes lo que quieres saber. No te enseña a construir nada que ya exista en ti. Es un cambio real porque te demuestra que lo único que hay que cambiar es la manera en que te miras a ti mismo. Y así, cambia tu mirada de otros. Del mundo.

El yoga es aceptación. Es unión con el hoy. Es alegría. Es fuerza.
Es de-terminación. Te enseña a terminar con todo lo que no te permite ser libre. Y creo que lo que más limita nuestra libertad, es nuestro deseo de ser distintos a lo que somos. Nos hacen creer que llegamos al mundo para caminar hacia tantos lugares... cuando en realidad, la vida es un camino de regreso hacia uno mismo.

Sunday, May 5, 2013

Sin zapatos dentro de mí misma

Nos ha tocado hoy vivir un delicioso domingo gris. No hay ironía detrás de la palabra -delicioso-. El gris de domingo despierta las ganas de quedarse en casa, ponerse ropa cómoda, hacer sin-sentidos como ordenar la casa o desempolvar las palabras para ponerlas en un blog.

El gris se acerca a lo sutil. Lo sutil a lo despacio. Lo despacio, a lo real. Y lo real, al presente. En la simpleza de un domingo presente, aparecen las ganas de pensar un poquito en la comodidad. No hablo de conformismo. Hoy no voy a hablar de alcanzar cosas externas. Como arquitecta, me gustaría hablar sobre los espacios que habitamos dentro de nosotros mismos.

Se acerca mi cumpleaños.
Cuenta regresiva: dos días.
Mentiría si dijera que me agarra de sorpresa. Vengo viendo cómo se me acerca desde que comenzó Mayo. Veo hacia otros mayos, proyecto hacia adelante. Un juego rutinario que cada vez se hace más chiquito porque cada día toma más valor la simpleza de estar aquí conmigo, en el mundo que es mi mundo con sus espacios... Ahí habito yo hoy SIN ZAPATOS.

Hablo de espacios dentro de mí donde todo es perfecto. No siempre se siente perfecto. Pero todo senti-miento tiene poco de verdad y mucho de ilusión. Trasciendo esa nube, y estoy convencida que cada espacio dentro de mí es perfecto. Siempre lo fue. Siempre lo será.

Espacios incongruentes, con marcos sobre la pared chuecos, con alguna silla de pata floja, tal vez demasiado color o pasadizos muy largos. Mesas donde cada plato es diferente y donde las tazas no van sobre platos. Espacios desproporcionados, altos y bajos, esquinas muchas y salones vacíos. Jardines y túneles, terrazas y una hamaca para las 5 de la tarde. Espacios incompletos, sobrecargados, algún columpio por ahí colgando y algún foco azul. Todos son espacios míos. Posiblemente tuyos también. Y cumplir 28 para mí, es reconocerlos y anhelar que cada año, cada día, yo pueda habitar esos espacios con más comodidad. Con más aceptación. Mirar con más amor dentro de mí casa para que así, yo pueda mirar con más amor los salones y recovecos de las personas-planetas que cruzan mi órbita y Angieland.

Las cosas son solamente imperfectas porque hay un marco de referencia mejor en algún otro lugar. Un marco de referencia idealizado, inalcanzable, distinto. Y ese otro lugar no es nada más que un modelo importado por una mente constantemente insatisfecha. Una mente que no sabe lo que es el presente. Que salta de atrás para adelante. Que se maneja entre el miedo y el deseo. Que busca turbulencia. Montañas rusas. Telenovelas. Que anda siempre con zapatos. Una mente que le tiene pavor a la comodidad porque no conoce el silencio.



Si pinchamos esa creación mental como un globo, uno regresa al hoy y se siente bien en casa. Uno comienza a sentirse cómodo, inclusive, dentro de la incomodidad y la disfuncionalidad de su propia casa. Por que? Porque las cosas se dan tan sólo de una manera: y esa manera es la manera en que se están dando en este mismísimo instante.

No existe ninguna otra fórmula válida. Sólo de la que eres parte en la realidad. Un instante que te contiene y que tú contienes dentro de ti siempre. El presente siempre está con nosotros. No nos suelta nunca. Somos nosotros los que lo abandonamos a él para buscar recuerdos y sueños.

En este domingo gris habito mi casa, sus espacios, sus llenos y sus vacíos, sus silencios que no son solitarios porque los habito yo misma y todas esas personas que en 28 años aprendieron a quererme como soy. Y a ellas, les doy gracias por ser mi mejor regalo al cumplir 28. Espejos de libertad en los que aprendí a mirarme y aceptarme con mi ombligo chueco, mi nariz de payaso y los arbolitos de origami de papel periódico que crecen en el patio de Angieland. Al fondo, hay un árbol. Y ese árbol, da todas las frutas del mundo y tiene sus raíces como ramas porque ya no tiene que tapar con tierra lo que es.



Sunday, April 21, 2013

Agallas y tiempos

Regreso a este espacio después de unas vacaciones de escribir. Cada vez me doy cuenta que las palabras se quedan chicas para explicar ciertas cosas. Pero haré el intento una vez más.

Hace unos meses colgué aquí el poema Despacio de Alberto Morell.
"Despacio, poco a poco, constantemente. Porque no tener tiempo es como no tener nada. Y porque ir despacio no significa no llegar, sino llegar, de la mejor manera posible..."

Ayer, un amigo me hablaba del poema. 
Y qué pasa con las agallas? - Me preguntó.
En ese momento, había bulla, y no pude responder.

Anhelamos algo... profundamente, realmente, de corazón. 
Aparecen dos opciones:

1- Los ritmos del universo: 
la confianza en que todo pasa por algo: 
el fluir: desapego que podría convertirse en apatía: 
si algo no funciona, pruebo otra cosa: 
nada es tan importante: 
lo importante es que lo intentaste: bla bla bla... 
un discurso que ayuda a desprenderse de lo no-tan-importante pero que puede justificar la flojera y el miedo. Muchas veces, es un discurso elegante para salir corriendo de los obstáculos.

2- La determinación que bordea el capricho:
la necesidad de control:
meter círculos en triángulos: forzar:
conseguir lo que se quiere a costa de uno mismo: 
correr hacia la meta: camino recto que descarta la sorpresa: 
no hay tiempo:
no me voy a rendir: bla bla bla..

De los dos discursos hay muchos libros de auto-ayuda.

Prefiero los puntos intermedios.
En realidad, no sé si me gustan... confieso que preferiría conseguir lo que anhelo a mi manera y rápido. Pero el ensayo-error me ha hecho darme cuenta de que así no funciona. No todo se puede mover a mi ritmo porque mis anhelos, entran dentro de un tejido de muchos otros anhelos. Si todo está conectado, cómo podemos esperar que todo pare para que lo nuestro se concrete? El deseo puede depender de nosotros. El anhelo, se escapa de nuestras manos. Es mucho más grande que nosotros mismos. Hay que tener aprender a paz-ciencia... simplemente, porque no queda otra. Y la paz-ciencia, como toda ciencia, puede permitir explicar muchas cosas.

Es un regalo encontrar algo que anhelas. Querer, es simple. Anhelar viene del alma.
Y cuando eso sucede, como diría Coelho, el universo conspira.
A su tiempo. Y nosotros, nos alineamos con ese tiempo. 
Despertamos todos los días con la voluntad de aportar a ese gran proyecto que si es universal, trasciende de nosotros mismos.

La fuerza del ser humano puede sorprendernos. Somos mucho más poderosos de lo que creemos. Pero es una fuerza limitada. Al final del día necesitamos dormir, comer, nos cansamos, nos rendimos por ratitos y nos volvemos a parar.

La energía del universo es ilimitada. Basta con mirar el mar, el cielo, cómo crecen las plantas. Es infinita. Y en su inmensidad, hay una noción de velocidad mucho más real que la de las computadoras. El universo NO va lento, pero SI va despacio. Y por eso, hace las cosas de la mejor manera posible.

Tanta velocidad forzada nos ha hecho creer que podemos ir a un ritmo que trasciende lo natural. Creemos que podemos alcanzar las metas lo antes posible. Para ayer. Y en esa fantasía, muchas veces nos quedamos como un perro tratando de morderse la cola: damos vueltas en círculos. Nos frustramos. Y es eso lo que nos hace rendirnos. El cansancio. El aburrimiento. La impaciencia. Y terminamos en ese punto 1 del que hablaba al comienzo. 

Las agallas para mí son valentía, fe y paciencia... todas ellas como motores de una pulsión interior que viene de adentro. Una pulsión que te hace creer en lo imposible. Las agallas no son velocidad, sino más bien, confianza en uno mismo y en que el universo va a conspirar si corresponde.

Así, entre la meta y nuestra voluntad de conseguirla (una voluntad que no tambalea), hay un vacío que lo ocupa otra energía mucho más poderosa que la nuestra. Si nos alineamos a ella y a sus ritmos, podemos alcanzar lo inimaginable. Aprendemos a distinguir cuándo actuar y cuándo soltar. 

Creo que para anhelar cosas grandes, para alcanzar metas, para construir sueños, le desapego -no la apatía- es la brújula que permite entender que el camino sobre el que vamos es mucho más profundo que la tierrita que marcamos con nuestras huellas. Es tridimensional. Complejo. Perfecto. Y llevo de vacíos que se escapan de nuestro control. Y el control. sólo funciona para prender y apagar la tele.

Tuesday, January 29, 2013

Burbuja y trompo

"True freedom and the end of suffering is living in such a way as if you had completely chosen whatever you feel or experience at this moment... This means, whatever is could not be otherwise." 
- Eckhart Tolle

("La verdadera libertad y el final del sufrimiento está en vivir de una manera como si tú hubieras escogido completamente lo que sientes o experimentas en este momento... Esto significa, que cualquier cosa que sucede, no podría ser de otra manera.")

Cuando leí esto por primera vez no veía nada nuevo. Vivir en el presente. Que todo fluya. Confiar. El mismo mensaje de siempre. Cierto pero muchas veces difícil de aplicar. ¿Por qué? Porque en nuestro afán de controlar lo que sucede y cómo se dan las cosas nos confrontamos con un presente que aparece como reto, poniéndonos trabas, complicando nuestros planes, y llenándonos también, de sorpresas. Siempre, frente a lo que pasa, nuestra mente imagina otra manera, otro orden de sucesos. Imaginamos una mejor reacción, palabras más acertadas, haber dicho sí o dicho no. Siempre creemos que había otra opción. Y muchas veces, nos condenamos por haber tomado la decisión equivocada. Ese recuerdo de lo que pasó se nos pega como chicle. Viene culpa. Remordimiento. Tal vez una simple insatisfacción. Un ¨qué hubiera pasado si¨ tan inútil como una bicicleta con las llantas desinfladas. 

Volví a leer este párrafo por segunda vez. Recordé lo esencial de esta vida. Que sólo hay un momento, y es éste, el presente, que al escribirlo y describirlo, se despide. No vivimos muchos momentos. Es el mismo y dentro de él, los sucesos se desenvuelven. El presente es escenario en el que se dan las cosas. Siempre estamos parados sobre los mismos tablones. La escena sólo se da de una manera. No hay un telón donde se esconde una mejor versión de esa escena. Y así, uno descubre que las cosas se dan de manera perfecta, no hay errores y nadie comete errores contigo. Nunca eres víctima. Siempre eres responsable por lo que te pasa, por lo que sientes o no sientes. En cada instante, tú construyes la realidad en la que estás parado. Tu llevas el control de tu propio gps. Eres libre porque siempre estás bailando con los brazos abiertos sobre ese escenario.

Bonito sentir que el presente te envuelve. Que te contiene. Que te protege. Que te reta pero te da las herramientas. Que juega contigo y tú con él. Que trae lluvia y trae sol. Que cree en ti porque tú crees en él.

Me gusta imaginarme dentro de una burbuja. Ese es el presente. Y dentro de esa burbuja -citando a Jodorowsky- el universo gira como un trompo de madera en la palma de mi mano y me hace cosquillas.

Lo he dicho mil veces en este blog.
Ahora serán 1,001 veces.
Todo es perfecto.

Thursday, January 3, 2013

Carta al 2013

Querido 2013:

Has llegado rápido, inesperadamente, rompiendo el cascarón del 2012 que susurraba en nuestro oído que nos quedaríamos adentro, sin salir a un nuevo aire, a nuevas metas, a nuevos sueños. Nunca creí que no llegarías, pero tal vez, tanto rumor aturdió mis ganas de comenzar con un papel en blanco al gritar 3-2-1 feliz año nuevo. Sigo re- escribiendo mi lista de resoluciones para mostrársela y que estés orgulloso de mí. Sigo con sueño. Tengo flojera. Y mucho por pensar.

Hay un anhelo en mí profundo de silencio. Silencio en la garganta, en los ojos, en las manos y en el corazón. Hay un anhelo colectivo de ir más despacio. De parar y contemplar un papel en blanco, porque es tal vez un papel en blanco lo que tenemos como meta. Un profundo silencio interior que acompañe toda la bulla que escuchamos afuera, en la calle, en nuestra cabeza, en nuestro andar.

El mundo necesita silencio. Mi mundo, necesita silencio. Mis calles, mis rincones, mis montañas, las rusas y las de tierra. Necesito poder esconder un poquito lo que pienso porque las palabras desgastan mucho los tesoros que a veces guardamos adentro. Y cuando uno decide silenciarse, la mente se inquieta aún más porque le tiene pavor a perder la fama, la atención, los aplausos y los tomates que intentamos tirarle.

Alguien hace poco me dijo que lo que guarda uno por dentro, toma poder.
Si es algo destructivo, es mejor hablarlo y cortarle las raíces.
Si es algo bueno, a veces, protegerlo en una envoltura de silencio puede hacerlo crecer, renacer, abrirse y hacerse palabra. No muchas palabras. Una palabra chiquita y simple, como una gota de agua que llena el mar y que sale de los ojos.
¿Y si lo que guardó en secreto es puro silencio? ¿Podría crecer tanto que logre llegar a otros?
Tal vez, por un minuto, algún día, las bocinas de la calle dejen de sonar.

Querido nuevo año, sé que no entiendes mucho. Cómo explicar el silencio en palabras! Sólo pido, que en todas las listas de resoluciones de nuevo año, hagas espacio entre las líneas, y vacíos entre las palabras, y letras O muy grandes para que por esos vacíos, las personas, sin darse cuenta, te pidan también silencio.

El mundo en el que vivimos necesita respirar.

Atentamente,
Angie

Thursday, December 13, 2012

Bikram hablando de Muros

Tuve la oportunidad de escuchar a Bikram Choudhury (creador de la secuencia de Bikram Yoga que vengo dictando hace cinco años) en una charla en Santiago de Chile. Le puso nombre al cáncer que enferma a toda la humanidad: 

M-U-R-O 
(Traduciendo wall...)

Nos dijo que entre todos nos odiamos. Nos separamos. Nos aislamos como islas. Negro-blanco. Hombre-mujer. Niño-adulto. Pobre-rico. Divisiones. Etiquetas. Tú-yo. Aquí-allá. No te entiendo. No te aguanto. No te acerques. Me construyo un fortín dentro del cual creo que estoy bien. Los ladrillos posiblemente están hechos de miedo. Y sobre todo, de un sentimiento que nace dentro de nosotros mismos.

Porque en nuestro interior, nos relacionamos de la misma manera. Nuestros pulmones odian a nuestro corazón (no saben trabajar juntos... por eso nos agitamos). Nuestra espalda odia nuestro abdomen (el abdomen no la protege). Nuestras manos odian nuestros pies (porque no llegan a tocarlos). Nuestros ojos odian lo que ven en el espejo. Un sin fin de fragmentaciones dentro de un sólo cuerpo. Muchos muros. Muchas particiones. Poco trabajo en equipo.

De repente empieza la clase de yoga. Las respiración comienza a fluir. Los muros, ladrillo a ladrillo, van debilitándose (si practicas Bikram Yoga, probablemente se derritan). Dejas de saber dónde termina tu espalda y dónde comienzan tus piernas. Los límites entre emoción y estiramiento se borran. Pensamientos y movimientos son lo mismo. Te miras a los ojos y realmente te miras a los ojos. Te perdonas. Te aceptas. Te paras derecho, tus pies firmes sobre el piso. Decides cambiar lo que no te gusta. Se siente bien ser tú mismo. Ser uno. Serlo todo dentro de ti.

Dicen que el amor es la goma que lo une todo. Yoga es unión y es amor. Rompe muros. Y romper muros es un trabajo duro. Cuesta mucho tumbar lo nos da aparente seguridad. Cuesta mirarse en el espejo y aceptarse como perfecto. Es trabajo de luchador, de guerrero, de terco, de arqueólogo y de hormiga.

Si aprendemos a romper muros internos, desaparecen muros externos. Ya no vemos niños o adultos, mujeres o hombres, flacos o gordos. Vemos más allá de esos cuerpos. Nos vemos a nosotros mismos.

Gracias Bikram por recordarnos que ¨El fuego está hecho para quemar, el hielo está hecho para helar y el hombre está hecho para amar