Friday, October 26, 2012

La fórmula de la paciencia

No creo haberla descubierto. Tal vez, sea tan secreta y tan complicada como la de la Coca-Cola. Tal vez, tea tan simple que no existe en ingredientes, porque detrás de ella misma sólo está el tiempo y cuando uno se pone en manos del tiempo y sus tiempos, es paciencia pura.

Sin embargo, esperar, esperar y esperar hasta que el cielo se abra y sucedan cosas inéditas es una paciencia que podría caer en indiferencia, en apatía, en un estado de " todo me da lo mismo". No actúa la voluntad de intermediaria. Es esperar a que "algo" pase.

Y la paciencia que desarrollas para no desesperar frente a las actitudes de otros... Esa creo que parte del amor hacia uno mismo, porque si algo no aguantas en otro, es porque no lo has resuelto dentro tuyo.

Me gustaría pensar un poquito más la paciencia que necesitamos para caminar tranquilos hacia donde nos dirigimos sin tener la necesidad de saber si faltan dos cuadras, cincos días, o siete países para llegar. La paciencia como el aprender a esperar SIN tirar la toalla. De confiar que las cosas se van a dar en el momento que se tienen que dar. En la conciencia de que hay leyes del universo que escuchan nuestros anhelos y más profundos sueños, pero no nuestros caprichos. Creo que la paciencia va de la mano de la plena confianza que todo es perfecto y que sólo nos llegan las cosas cuando estamos listos para recibirlas.

La práctica del yoga es una práctica constante de la paciencia. El cuerpo no cambia al ritmo que queremos. Cambia cuando está listo. En realidad, cambia todo el tiempo, pero de a poquitos, dando dos pasos para atrás antes de dar tres para adelante, milimétricamente porque quiere que lo vean con lupa y le gusta celebrar victorias pequeñas entre amigos en vez de recibir los pompos y platillos de quien recibe un Oscar. El cuerpo sólo te pide que lo escuches, que le prestes atención, que confíes y que le tengas paciencia. Cuando lo dejas trabajar, el cuerpo responde. Cuando lo presionas, entra en guerra, no cede, se asusta, se cansa, te regaña y deja de trabajar contigo. Y la vida, hace exactamente lo mismo.

Hay tan sólo una manera de hacer las cosas de la manera correcta. Hay muchas maneras de hacer las cosas a medias, casi bien, un poquito mal, cortar camino no cambia el big picture, ¿O sí? Por supuesto que sí, y el cuerpo lo sabe. Uno mismo lo sabe. Nosotros sabemos cuándo estamos haciendo las cosas de la manera que se deben hacer. Y esa manera es probablemente la que más demora en la superficie. En realidad, si hay sólo una manera de hacer las cosas bien, no hay caminos más rápidos y por lo tanto, los procesos no se acortan o se alargan porque sólo tienen su propio ritmo orgánico. Lo único que podemos hacer, es mantenernos en el camino que nos hace bien, que se siente bien, que necesitamos. Sin correr, sin parar, sin poner plazos pero siempre mirando una meta.

¿Y la paciencia? Creo que está muy relacionada a la disciplina, al auto-control y a la confianza. Es no cortar camino porque crees que nunca vas a llegar. Es no doblar tu pierna para que llegue más arriba cuñado sabes que tu cuerpo sólo sana si la estiras. Es mantenerte fiel a lo que tu cuerpo, tu mente y tu ser necesitan a pesar de que no te provoque hacerlo siempre porque lo que sí te provoca, es ver cambios, ver progreso, sanar y estar más feliz dentro de ti.

No creo haber descubierto la fórmula de la Coca-Cola, pero me ha servido mucho descubrir que la paciencia tiene la disciplina como ingrediente secreto. Creo también que en esa receta, está hecha de muy aire puro que entra y sale de tus pulmones lentamente, absorbiendo el tiempo real y soltando la necesidad de controlarlo todo.

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