Saturday, June 5, 2010

por fin

Y de repente llegan esos días
en los que ya no recuerdas qué era lo que te preocupaba.
Días insignificantes en los que todo vuelve a tener significado:
tus zapatos vuelven a calzar como siempre,
el café de la mañana sabe mejor,
y sonríes de manera auténtica.
Son esos días en los que simplemente se siente bien
estar donde estás,
con quién estás.
Y de repente los momentos en soledad y en compañía
son los mismos:
entre sus espacios intermedios
encuentras tu propia compañía,
tu más íntima complicidad.
El por qué de días como hoy
es tan claro como los bordes de una nube.
Pero para qué querer saber,
si lo bonito de la calma es que simplemente llega
después de haberse perdido por algún bosque,
detrás de alguna luna,
o tal vez simplemente se había quedado dormida
debajo de tu almohada.

Próxima estación: esperanza.