Thursday, April 26, 2012

Turismo necrológico interior

Una noticia en el Comercio de hoy me dejó pensando..

El estudio de un análisis de comportamiento colectivo es el mismo que el de uno mismo. Nunca he entendido por qué y en qué momento desarrollamos un gusto por el sufrimiento. Por recordarlo, por recrearlo en nuestra cabeza. ¿Por qué se hace uno adicto al drama? ¿Por qué el héroe siempre sufre? Aquí explican el turismo a lugares donde se recuerda el sufrimiento.

http://elcomercio.pe/turismo/1406931/noticia-turismo-necrologico-extrana-fascinacion-visitar-lugares-tragicos

 Si uno presta atención a su día, puede ver que hacemos por lo menos un par de estos viajes internamente. ¿Para qué? Si resulta igual de fácil, treparse al avión de la imaginación y los recuerdos y volar a algo bonito? Tenemos que volver a entrenar al piloto y hacerlo conciente que vuela en dirección equivocada. Un giro de 180 grados por favor!

Tuesday, April 24, 2012

Alerta Amarilla

No puedo poner alerta roja porque la advertencia de la que me provocó escribir no es nada tan grave como una alerta de tsunami mental. Tampoco quiero caer en pesimismos. Sólo me descubrí sacando los pies de la realidad una, dos y ocho veces seguidas y decidí ponerlo en palabras para poner señal de alerta y frenar un poco esos pensamientos que nunca están conformes con el presente.

La mente tiende a pensar en negativo. Ve los peros, los errores, las fallas, la línea chueca, el vaso mitad vacío. Si la entrenamos podemos formar patrones de pensar en positivo, pero no creo que me equivoco si afirmo que si la dejamos a su libre albedrío, va a tender a mirar el punto negro dentro de un maravilloso cuadro de puntos de colores. ¿Por qué? Buena pregunta. Sólo sé que a algún científico loco le escuché decir que para cada 10 pensamientos que tenemos, 9 son negativos. Estadística alarmante. Pero ese 1 puede ser poderoso porque un equipo de fútbol sólo necesita un gol para ganar un partido.

Pero hoy quería escribir sobre esas olas de pensamientos positivos que también pueden resultar peligrosos.

Cuando algo bueno pasa, ¿por qué nos cuesta tanto estar satisfechos? ¿Por qué uno tiende a querer un poquito más? Si prestas atención, vas a darte cuenta que pocas veces nuestras ganas de que algo bueno pase quedan totalmente satisfechas. Pocas veces cerramos la oración con un gracias como punto final. Uno da gracias por la buena noticia, por el nuevo trabajo, por los nuevos amigos o por la sorpresa del día e inmediatamente, espera un poco más. El problema está cuando construímos castillos de cristal sobre las cosas buenas que nos suceden. Inmediatamente, la mente sale disparada y usa esa misma estrategia de crear realidades. Frente a realidades positivas, nos dejamos llevar, soñamos un rato, y otro más, y otro más, y los deseos se vuelven fantasías y las fantasías, realidades en nuestra cabeza que nunca llegarán a ser tal y como las imaginábamos. Y de repente, hemos escrito la crónica de una muerte anunciada. Lo imaginado se convierte en expectativa, la realidad deja de ser maravillosa y dejamos de dar las gracias por lo que tenemos aquí y ahora, con nosotros.

 ¿Por qué nos cuesta tanto estar presentes? ¿Por qué si queremos un cuadrado, y el universo nos lo regala, de repende queremos meterlo dentro de un triángulo? Leí por ahí que los deseos son como pedazos de paja sobre los ojos. A veces, incluso en esos días buenos en los que todo va bien, no hace mal hacer dos puñitos y sobarlos sobre los ojos para despertar, para ser y estar, sin ninguna otra palabra que le sigue a esos dos estados. Yo soy. Yo estoy. Esas dos oraciones ya están completas. La linguística se equivoca al creer que se necesita alguna otra palabra que complemente el ser y el estar. Yo soy. Yo estoy. Alerta con andar construyendo casas de cartas. Cualquier soplido las tumba.