Thursday, March 31, 2011

burbujas

A falta de opiniones, empezaré a compartir frases que me despiertan algo. En realidad, todo ya está dicho, pero como todo pensamiento, las frases y las canciones regresan a uno en el momento indicado. Le doy gracias a un amigo muy especial por siempre estar mandando flechas de buena vibra.

Una estrofa de Caminante no hay Camino que reconoce el valor de lo chiquito, lo sutil, del silencio y los pasos que damos en complicidad con nosotros mismos.


¨Nunca perseguí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.¨


Las burbujas de jabón son efectivamente lindas. Las pobres pasan desapercibidas. Su redonda perfección no puede competir con la luminosidad de los espejos que oscurecen y simplifican la visión que tenemos de nosotros mismos. Probablemente, si miramos con atención, nuestro reflejo en una burbuja de jabón, esférico y con profundidad, con superficie e interior, nos da una visión mucho más clara de lo que realmente somos. Justamente por eso también flotan... como las ventanitas que de vez en cuando de abren para dejar que nos veamos, aunque sea por un instante.

Monday, March 28, 2011

final feliz... finalmente

(este post viene con soundtrack...
http://www.youtube.com/watch?v=RD3WwM6l1J0&feature=related)

Hoy fui a una clase de yoga que dictaba una buena amiga. Es de esas clases que siempre caen en el momento indicado. Al comenzar, habló del yo interior, de la vocecita, pero la del lado bueno. De hecho, los dibujos animados con el angelito y el diablo flotando al costado de la cabeza no están para nada lejos de la realidad.

Hoy, de repente, apoyada sobre dos brazos que se cansaban, sudando, en una postura no del todo fácil, me vi sonriendo. No riendo, sino sonriendo. Cada célula de mi cuerpo sonriendo.

Sigo sonriendo. No con la cara estirada. Esta vez la sonrisa viene de un poquito más adentro, de algun rincón escondido entre las costillas que merece un espacio entre estas líneas. Hoy sentí que se abrió algo, algo que no veía venir hace tiempo.

A veces me preguntan por qué tanto esfuerzo con el yoga, la meditación. Incluso yo cuestiono si paso demasiado tiempo tratando de entender mi cabeza. El proceso de entenderse a veces llega a convertirse en una chamba a tiempo completo. Es casi casi como la luz de un blackberry que no deja de sonar. Una radio que no se apaga. Una conversación interior, que observas, que controlas y te controla, que dejas ir y que te lleva, un ping pong entre presente, pasado y futuro constante, un columpio en el que te ves columpiarte desde afuera... creo que muchos deben saber a qué me refiero.

A veces tiras la toalla y sueltas un gran ya fue ya. Te preguntas, para qué me metí aquí? Confieso que a veces me gustaría andar como los personajes de Ensayo de la Ceguera de Saramago, a tropezones sin ver nada. Pero luego de un par de tropezones, te das cuenta que ésa no es la salida. A veces, es mejor tener una buena ventana por dónde mirar, que una puerta que no te lleva más lejos que al jardín de atrás, ése con olor a recuerdos de infancia y flores de plástico.

Hay momentos en los que el esfuerzo hace sentido. Pueden ser segundos, minutos, con suerte un día, y con años de chamba, o incluso vidas de chamba, me imagino que puede ser un estado de ser y vivir en paz.

Hoy se abrió esa ventanita que me hace recordar por qué el yoga, por qué la meditación, por qué el viaje interno. Era una ventana muy chiquita, cuadrada con un marco simple y en una pared blanca. Una ventanita que me hizo recordar que en esencia somos felicidad, somos amor, somos energía viva. Está ahí, y cuando sale, no depende de ninguna buena noticia ni un buen día. Va más allá de los hechos. Viene de adentro. Plenitud pura que no tiene ningún otro motivo que estar vivo.

Saber que esa esencia existe justifica la búsqueda en un 500%. Es como si en un segundo, la acción de estar tomara protagonismo: uno deja de estar contento, estar triste, estar arriba, estar abajo, estar flaco, estar gordo....

Uno simplemente disfruta el estar. Y no hablo del que tiene muebles.

De repente, a uno le llega la certeza que simplemente se puede estar y que eso es más que suficiente para ser feliz.

Se me viene a la cabeza una frase que siempre repetía Bikram:
¨Hay muchas ranas que nacen, crecen y mueren dentro de su charco, sin haberse dado cuenta que existía un océano.

Tuesday, March 22, 2011

efecto tornado

Estuve el fin de semana en un seminario lindísimo sobre meditación. Sería demasiado ambicioso querer explicar lo vivido y compartido durante un fin de semana con otras 33 personas en líneas. Sólo puedo decir que fue especial, muy especial.

Me propuse la meta de ser más feliz, de meditar todos los días, de seguir haciendo el esfuerzo por dar mi 100% en todo y mantenerme presente. Pero la mente no se queda quieta cuando ve que corre el peligro de perder poder. Por lo menos la mía, se ha puesto zapatillas y ha salido a correr al costado de todas mis buenas intenciones.

Tengo un par de pensamientos que por más que trato, no puedo soltar. Los veo, los soplo, y regresan. Medito, los observo, y cuando creo que están en silencio, regresan y se me cuelgan de las orejas. Son pensamientos que se me agarran de la pierna, de la misma manera que los niños tienen la costumbre de agarrarse de tu pantalón para que no dejes de jugar con ellos. Son pensamientos chicle, pensamientos pelota de ping pong, pensamientos como esa arena que se mete en la cama y no te deja dormir. Bueno, por lo menos ya lo estoy tomando con mejor humor.. a ver si estos benditos pensamientos se pican un poco y se esconden debajo de la cortina.

Hoy cuando practicaba yoga la batalla era campal. Yo a un lado del ring, ese pensamiento hostigante al otro. Nos esquivábamos, nos veíamos a los ojos, nos tirábamos al piso, nos levantábamos, tomábamos agua y así seguíamos. Pasaban los minutos, y ni la victoria ni la derrota me generaban ningún tipo de tranquilidad. El resultado de cualquiera de las dos acciones era cansancio, mucho cansancio y ganas de salir corriendo a algún lugar donde el pensamiento no pudiera alcanzarme. Qué pena que los pensamientos no tienen cuerpo. Ahí sería más fácil escabuirse o verlos cuando están detrás de la cortina para no levantarla.

Pero en realidad, los pensamientos te siguen a todos lados. Hay muchas técnicas para dejarlos ir, para renunciar a ellos... La meditación es probablemente la más efectiva. También ayuda bailar o reventar burbujitas de bubble wrap. Alguna vez alguien me dijo que romper periódicos era bastante saludable. Yo opto por ordenar mi closet y doblar ropa.

Pero hablaba de la batalla de hoy.

De la batalla que se convirtió en baile cuando por un segundo de lucidez pensé en la imagen de un tornado. Un tornado que se lo lleva todo, que lo absorbe todo, que te levanta del piso a ti con tu casa y tu perro sin que puedas tener ningún control sobre su poder. No creo haber escuchado de nadie que haya intentado salir de un tornado. Incluso si uno cae en el medio de un remolino, recomiendan que te dejes llevar.

La resistencia frente a algo le da poder a ese algo. Te pone en posición de defensa, por lo tanto, de peligro, y por lo tanto, aparece la posiblidad de perder. EL baile, en cambio, es juego. Y un tornado o un remolino, una fuerza que te levanta, te samaquea y cuando se aburre, te bota.

Hoy le declaré la victoria a mi pensamiento. Le dije, ok, tú ganas, me rindo. Me dejé llevar por sus brazos, me hizo dar vueltas, subir, bajar, cerrar y abrir los ojos. Yo sólo observaba. Ya no había resistencia.

Es aburrido jugar solo.

Creo que pasó el tornado. Y nunca le pregunté su nombre.

Thursday, March 17, 2011

prefiero creer

Declaro que en Angieland, la confianza es el piso sobre el que se mueven las cosas. Podrá sonar arbitrario, pero aquí, no entra la desconfianza.

No entiendo por qué a otros les cuesta tanto creer en otras personas. No es siempre. Siempre hay gente en la que sí hay que confiar. Es como si el engaño de una persona se convirtiera en engaño de todos. El daño que alguien nos hizo una vez se multiplica y lo vemos proyectado una y otra y otra vez en las caras de otras personas.

Existen aquellas personas que vienen con una carga gris, tal vez un pasado de errores, tal vez una mochila de mentiras, tal vez, con una tonta y mala fama. Lo cierto es que es difícil conocer a alguien por sí mismo, sin los ecos y opiniones que otras personas tengan del pobre individuo que se quedó marcado con un sello que lo condena a no ser tan íntegro. Vivimos dentro de una fábrica de etiquetas.

A mi, realmente, ese sello me perturba, me molesta, me incomoda, y por eso, hago lo posible por ignorarlo. Apenas lo huelo, salgo corriendo. Estas últimas semanas he caído en opiniones de personas que quieren poner tachones en el cv personal de personas que existen en mi vida. Personas que existen hace tiempo... otras que recién aparecen. Qué tal si dejan que yo arme mi propio documento ne base a mis conversaciones, mis impresiones, mis recuerdos y mi mirada? Creo que confiar es un pasaporte directo a la libertad. La desconfianza te amarra, es miedo hipotético, es duda, te impide ver lo real. La desconfianza te impide creer que la gente cambia cada día, que las personas aprenden de sus errores, que los demás son quienes son cuando están contigo.

En palabras más simples, los desconfiados dirían que eso es infantil, o incluso, un suicidio voluntario por querer que se aprovechen de uno. Totalmente de acuerdo. No me molesta hacerme la tonta. Es mejor dar el beneficio de la duda a favor. Los abogados dirían que una persona es inocente hasta que no se le declare culpable -a pesar de ser ellos seres bastante escépticos-. Quiero creer que en esencia el ser humano es bueno y que en todos hay una capacidad grande de perdonar. Cuando alguien miente, el único que se hace daño es el que miente. Si uno no vive sujeto al miedo a la mentira, la mentira no lo acosa, su sombra se va debajo de otro árbol.

Yo voto por creer... creer... y creer... y si hay que perdonar, se observa y se perdona. Se observa, y se aprende. Se aprende y se olvida. Tal vez el motivo sea egoísta: por mi propia libertad, por mi salud mental, y porque quiero que otros crean en mí por lo que soy en este mismo instante que se construye y se va.

Monday, March 7, 2011

Aquí estoy

Voy a volver a escribir algo que escribí hace unos días. Por algún motivo no se grabó. Si soy fiel a lo que llevo repitiendo en mi cabeza últimamente, no se grabó porque no debía estar ahí.

Todo es perfecto como está, como viene.
Yo estoy donde tengo que estar.

Bonitas palabras para llevar en el bolsillo. Ultimamente, ésa es la frase que me calma mucho... mientras practico yoga, mientras me quedo estancada en el tráfico, mientras algo no sale como me gustaría.

El universo está regido por reglas perfectas pero demasiado amplias para nuestra visión de hormigas, que desde un puntito en el círculo infinito del planeta creemos ilusamente que podemos explicar las cosas. Es imposible comprender lo que nos pasa, o lo que pasa a nuestro alrededor, porque es una tuerca dentro de una máquina gigante y compleja. La máquina puede ser compleja, pero si confiamos en que ella funciona, nuestra realidad se simplifica, ya que comenzamos a comprender lo que nos pasa en función a un sistema más grande que siempre tiende al equilibrio.

Llegué a esta respuesta hace menos de una semana cuando estaba regresando de un lugar completamente ajeno a mi realidad, y trataba de responder un par de preguntas existenciales y un tanto adolescentes sobre mi lugar en el mundo.

El lugar donde había pasado los últimos días era un lugar que muchos categorizarían como ¨pobre¨, una categoría relativa, porque es la misma que los de este lugar usarían para nosotros los que vivimos en la ciudad con pobreza de árboles y aire limpio. No me parece relevante discutir las etiquetas de pobreza, riqueza, y mucho menos de caridad, una palabra que tiene entre sus letras olor a soberbia. Mis preguntas no estaban cargadas de pena, sino simplemente, de una gran incógnita. Qué pasaría si me quedo. Por qué aparecí en la ciudad. Preguntas que uno se hace sabiendo que no hay respuesta.

Pero esta vez creo haber encontrado una respuesta:
Todo está perfecto como está.

Muchos podrían tirarme un plato en la cabeza por decir esto. No me refiero a que no debería hacerse nada por mejorar el mundo en el que vivimos. Esta reflexión no tiene un sólo rasguño de apatía. Pero, cuando alguien llora en un punto del planeta, cae una gota de lluvia del cielo. Cuando alguien ríe, alguien se entristece. Cuando alguien muere, alguien nace. Cuando sale el sol aquí, sale la luna allá. Así no lo creamos, es así. Es un equilibrio perfecto que no podemos ver. Podríamos decir que es un equilibrio al que vivimos sometidos. Prefiero pensar en un equilibrio del que formamos parte. Al final, es como si fuéramos parte de un equipo gigante.

Confiar en el equilibrio da calma, porque te hace aceptar el lugar en el que estás, y la condición en la que estás viviendo ese lugar. Un mal día es tan perfecto como un buen día y si uno lo toma así, no existen malos días, ya que todo forma parte de un mismo aprendizaje.

Si uno está donde tiene que estar, no desea estar en ningún otro lugar porque no es el momento. Sin embargo, queda la pregunta de los grandes cambios de rumbo. Cuando uno decide girar unos 35 grados y cambiar de sentido? Creo que incluso, adentro nuestro, hay una voz que habla en nombre del Universo y que nos avisa cuándo es el momento. Por eso tenemos que estar conectados con el mundo vivo. Eso le da vida al corazón, le pone orejas, pies, o mejor aún, alas.