Monday, October 24, 2011

De árbol a tallo

Otro descubirmiento de los últimos días...
En la secuencia de Bikram, la última postura de la primera parte de la clase de llama Tuladandasana, o postura del árbol. Siempre había escuchado que era una postura que desarrollaba paciencia y humildad. Requiere tiempo mantener el balance sobre una pierna con las manos juntas a la altura del corazón, y aún más hacerlo sentado sobre tu talón. Lo bonito de la postura, es que avanzar significa hacerte más chiquito. Empiezas parado sobre una pierna, y cuando avanzas, te acercas al suelo. El árbol se convierte en tallo para crecer. Food for thought.

Esto podría tirar al tacho la frase que dice que el árbol que crece torcido nunca podrá enderezar sus ramas. Totalmente en desacuerdo. Si no creyera en el cambio, no creería en el yoga. Siempre podemos hacernos tallo, hoja, semilla y tierra para comenzar de nuevo.

Zoom out - Zoom in

Para mí, descubrir el punto fijo fue como descubrir la gravedad. Pones tus ojos en un punto, y todo se calma, tú te calmas, el mundo se mueve más lento o ya no se mueve, es irrelevante porque no te das cuenta. Sientes que cosas suceden a tu alrededor, pero no te tocan, porque tus ojos miran un punto, y a través de ellos, tu mente se enfoca, y hacia el punto, los pies avanzan. Descubrí que esa mirada es como un lente, de esos grandes que los fotógrafos conocen y de los que yo no se mucho. Es tal vez por eso que demoré tanto en verlo de esta manera.

De repente, algo chiquito me abruma. (1) Me rasparon el carro, (2) me duele la rodilla, (3) no pude llegar a tiempo, (4) hay algo que me molesta de esa persona. Ajusto el lente> zoom out: (1) el resto de mi carro se ve bien, (2) tengo salud, (3) lo que me perdí no era tan importante, (4) tengo muchos otros amigos. Eliges enfocarte en lo grande, en lo infinito del universo, en lo largo del tiempo, en los misterios del destino, confías y respiras hasta que eso chiquito se hace insignificante frente al todo.

Pero de repente, el "big picture" se te viene encima, como una montaña gigantesca. (1) No voy a poder terminar este trabajo, (2) estoy cansado, (3) me siento solo, (4) faltan meses hasta salir de vacaciones. Ajusto el lente> zoom in: (1) una cosa a la vez, (2), miro una flor, (3) puedo cantar en voz alta sin que nadie me diga nada, (4) hoy me tomo diez minutos más después del almuerzo y hago una siesta. Eliges enfocarte en algo chiquito, un sólo punto, y lo observas, lo absorbes para sentir a través de él una calma que tranquiliza tu visión del todo.

Podría ser interesante jugar a ser fotógrafos.

Monday, October 10, 2011

Conciencia y Materia

(creo ya haber hablado de esto en este espacio antes... disculpen la mala memoria)

Creo que todos los que caminamos en busca, antes que nada, de paz, frecuentemente nos encontramos frente al mismo dilema. Llegan esos momentos en los que sentimos que la conciencia de expande y tomamos una decisión que cambia el rumbo de nuestro camino. De repente, renunciamos al trabajo, nos mudamos, cambiamos de look, comenzamos a meditar, decidimos hacer deporte a diario, empezamos dieta, nos dejamos de tonterías, DESPERTAMOS. Hoy comienza el cambio. Sacamos la tijera, cortamos un par de hilos que nos jalan en muchos sentidos. Optamos por libertad.

Y seguimos caminando. Con nuevos hábitos, nuevos amigos, nuevas rutinas, con aire fresco.

Pasa el tiempo, y muchos de los hábitos antiguos regresan. El nuevo trabajo también nos trae stress, el deporte ya no es diario, los patrones viejos regresan, volvemos a cargar la mochila.

Y regresamos a ese mismo punto en el que miramos por la ventana y queremos salir corriendo hacia algo más. Algo más que tenga menos de todo lo no importante. Queremos que nos presten un par de alas o que nos amarren cometas a las manos para salir volando.

Hace un tiempo alguien me hizo comprender el punto medio entre esos dos extremos. La conciencia, y la materia. La conciencia como ese estado interior de paz y de lucidez. La capacidad de ver los colores como son. Caminar con los ojos abiertos y respirando. Y por el otro lado, la materia como todo lo que nos rodea y que en muchas ocasiones nos estresa. Esos hilos que nos jalan de un lado para el otro.

Lo que descubrí con esa conversación, que el problema no era estar atado a hilos que nos jalaban para arriba, para abajo, para la derecha, para la izquierda. El problema era que los hilos nos jalaban, y nosotros no lográbamos jalarlos a ellos.

En otras palabras, el camino no consiste en dejar ir la materia, en cortar hilos, en caminar libres sin rumbo. Estamos en este mundo para caminar en conciencia y lograr controlar la materia. Un primer paso es lograr que no nos disturbe. Pero yo personalmente creo que lo bonito está en hacer que la materia trabaje con nosotros y que funcione a nuestro favor. Controlar la materia es disfrutar de nuestro trabajo, de las relaciones que nos acompañan, en ver todo lo que viene hacia nosotros como un aprendizaje más, como una oportunidad de practicar el control de esa materia sobre la que caminan nuestros pies.

Aislarse de todo, cortar hilos, es necesario, es importante, es vital, siempre y cuando sea un espacio donde cargamos energía para salir al mundo. Porque al final, todo lo que está ahí afuera, no es tan malo, no es tan agresivo hacia nosotros, ni tampoco es tan complicado. Simplemente es. Simplemente está ahí. La verdad está en nuestros ojos.

Cada milésima de segundo que pasa por nuestros ojos es una puerta abierta a una decisión.

Tuesday, October 4, 2011

Construyendo Realidades

Un cálculo directo del corazón - no encontré ningún dato en wikipedia.
Por lo menos, el 80% de lo que pensamos cada día es inventado, imaginado, asumido, construído. Las certezas son pocas. Incluso aquellas cosas evidentes y reales las vemos con un par de ojos que no son los mismos de la persona que tenemos al costado, ni a los de la persona que esa persona tiene al costado. Costado tras costado, todos miramos realidades de manera diferente. Algo tan simple como una cáscara de plátano sobre la vereda puede tener mil interpretaciones, ochocientas miradas, y muchos pies que esquivan el obstáculo sin ni siquiera mirar.

Como decía, construimos realidades todo el tiempo. Sobre quiénes somos, sobre cómo nos ven, sobre cuánto nos aceptan, o cuánto nos quieren, o cuánto nos alucinan, sobre lo que nos está pasando. En ese sentido somos todos escritores de telenovelas mexicanas, cuentos de hadas, historietas, comics, artículos de períodico o poesía. Cada uno escoge la forma en que narra su vida, el lenguaje en el que cuenta su historia. Cada uno decide cuando ponerle punto final a la página y abrir los ojos.

Lo que no me queda claro es en qué momento nos volvimos tan pesimistas y tan malos contando historias. No sé si fueron los noticieros, los programas de televisión, una educación castrante que toma al mártir como héroe... no sé dónde nació nuestro hábito por desear finales felices y construir finales tristes. Una habilidad realmente fina y calculada para meternos cabe. Para crear realidades que nos hagan sufrir, dudar, tener miedo, flojera, para desconfiar en lo que somos y podemos ser.

Si voy a suponer o interpretar las palabras de alguien, o el silencio de alguien, por qué no imaginar algo bonito? Si suena tan simple, por qué no comenzar a hacerlo? Dicen que demora 21 días formar un hábito... me gustaría saber si podría, por 21 días, pararme sobre una nube y asumir todo de manera positiva. Mentirme descaradamente y disfrutar de mi mentira, de mi creación, de mi cuento. Al final, el único que vive en los castillos de pensamientos que construye, es uno mismo. Así que mejor ponerle color, ventanas grandes, mucho aire, y borrarle cualquier pasaje en donde uno no pueda caminar con los brazos abiertos.

Hoy quiero imaginar que todo es bonito y bueno. Que la gente es buena. Que lo que pasa es perfecto. Si los pensamientos no pueden borrarse, por lo menos pueden darse volantines.