Wednesday, September 15, 2010

un viaje al más allá

Regresé ayer de San Pedro de Putinapunco, un distrito -es joven, tiene tan sólo cuatro años de formación- localizado en la selva de Puno -sí, Puno tiene selva, tiene verde, también ahí hace calor-. Es imposible describir los años de experiencia vividos en cuatro días. Es impresionante como el tráfico, los celulares y las computadoras nos roban los minutos de vida. En la ciudad, en la vida cotidiana, los días son más cortos, y sin embargo, uno vive menos. Allá, uno presta atención a pocas cosas, pero lo hace con cuidado. Una conversación, una imagen que se queda grabada en la memoria, la sonrisa de un chiquito, el sabor de una mandarina, la polilla de un cuarto, o el sabor de una taza de café compartida con personas del pueblo. Mi viaje fue toda una aventura en busca de un lote para ubicar un proyecto de tesis. Encontré mucho más, y la sensación de haber establecido una complicidad con un lugar bellísimo por dentro y por fuera. Putinapunco es de donde viene el ahora famoso Wilson Sucaticona, el rey de Tunki Café. Un agricultor más de la zona, que por una buena cosecha y por su propio mérito, caminó tres horas desde tu chacra hasta su cooperativa San Jorge, y así, su café llegó a la capital y superó las expectativas de los catadores. Como él, hay muchos esperando su premio en una casa de madera y calamina,, mientras ven sus plantas de café crecer y sus cosechas partir hacia tierras lejanas. Qué ironía que la gente de Sandia no tome café. Aunque al fina, no es eso lo que nos pasa a todos? No dejamos de valorar lo que tenemos al alcance de la mano? Al final, en la ciudad más rica, o en el pueblo más rural, existe una gran ceguera. La mala costumbre de no ver nuestra realidad con ojos nuevos.

En mi viaje tuve suerte. O tal vez, una sombra que caminó adelante mío guiandome. Siempre supe que encontraría algo. Fue así como opté por un proyecto en la selva-sur-urbano, y luego como apunté hacia Puno, y como encontré Sandia en Google, y como dije ¨quiero aprender más sobre el café¨, y como me enteré que de Juliaca se llega a Sandia en bus. y como en Sandia tomé otro bus a San Juan del Oro, y como ahí me topé con una mujer líder Sucaticona, y como ella me encaminó hacia Putinapunco, y como allí encontré una tal Isaura con alas de angel que me hablo de un comedor que ahora está en mis manos desarrollar. Me emociona la idea de proponer un nuevo concepto de comedor popular + centro cívico para gente real, en un terreno real. Le doy gracias a la grabadora que se vino en mi bolsillo por haber grabado las voces que guardo como refugio para no salir de ahí tan rápido. En la ciudad, es fácil olvidar la pureza y la limpieza de los días fuera. La amabilidad de la gente, el cielo azul, los zapatos con tierra y los almuerzos de galletas con atún tienen un encanto. Cuando uno está allá, la mochila se siente liviana, pero las intenciones de hacer algo aumentan, y siempre regresa la pregunta, ¿y si esta vez sí me quedo?

Thursday, September 2, 2010

y de repente

Y de repente pasa:
despiertas con una nueva mirada.
Ya no te acuerdas qué era lo que te preocupaba:
vuelves a entrar en tus zapatos.
Los días vuelven a fluir tranquilos:
y la sonrisa se hace natural.
El frío no está tan frío:
y el café no lo tomas para despertar.
Disfrutas su sabor amargo con dulzura:
y el tiempo ya no te abruma.
Al tiempo:
ya no le falta tiempo.

Y de repente pasa:
ya no recuerdas nada.
Dejas ir eso no tan importante:
el por qué, se hace nube.

Y de repente pasa:
y regresas querido yo.
Gracias a un así:
hoy es día de bienvenida.