Tuesday, December 28, 2010

cuestionario de fin de año

¿En qué parte de nuestro cerebro está la fábrica de imposibles?
¿En el lado racional derecho, o en el emocional izquierdo?
¿Cuántas neuronas se gastan en deseos y sueños?
¿Cuántos pasos gastados en las calles de nuestra imaginación creativa y perversa?
¿Cuál es el precio de la libertad?
¿Cuántas de esas neuronas tienen que morir para alcanzarla?
¿De qué color son los pasadores que amarran los pies al suelo?
¿De qué color es el suelo que pisamos?
¿Cuántos pasos damos al día?
¿Cuántos días vivimos en un año?
¿Es 365 realidad o calendario?

¿Son las hormigas felices?

Unas cuántas preguntas vestidas de amarillo a tres días de acabar el año. 3 días son 72 horas, 4320 minutos y más segundos de los que puedo multiplicar.

Thursday, December 23, 2010

dar recibiendo

Ayer realmente sentí el espíritu navideño. Las ganas de regañar por el tráfico y los tonitos que cantan las luces de los árboles de navidad ya no parecían tan patéticos. Hasta mis pies caminaban a su ritmo, y de repente, disfruté el hecho de regalar. Este año tuve la suerte de tener el tiempo para pensar qué regalar. Como buena recursera, siempre optaba por manualidades -ojo, no le quito el valor, tal vez lo hecho a mano es lo más cercano a lo hecho por el corazón- pero tengo que admitir que sentí un placer diferente al gastar en otros con gusto. Y con esa actitud, no me fue difícil encontrar el regalo perfecto para cada persona a la que este año quería engreir (si regalara a todos los que quiero, mi maletera tendría que agrandarse al triple y mi billetera al quíntuple). Opté por la familia, y escogí los regalos con cuidado, los envolví con amor, y los puse debajo del árbol con cierta ilusión por ver que los abrieran. No creo haber caído en la ansiedad consumista que a todos se nos trepa por los pies en esta época. Felizmente, tampoco he sentido el deber y compromiso que te cierra la garganta. Tuve ganas, lo hice con gusto, y decidí no atormentarme por el tráfico y poner buena música. No describo todo esto para tirarme flores por generosa -creo estar lejos de serlo realmente- pero para resaltar el placer que da compartir. No sé de dónde nació la idea de que dar era dejar ir algo propio para que otro lo recibiera. Tal vez fue esta noción retorcida de caridad que nos hizo creer que darle una moneda a alguien o un poco de ropa ayuda a otros. Efectivamente lo hace, pero no más de lo que nos ayuda a nosotros mismos. Hasta cierto punto, dar es en esencia un poco egoísta, porque nos hace sentirnos bien con nosotros mismos. Pero, ¿y qué tiene eso de malo? ¿Por qué está mal sentir que nuestro corazón es más grande de lo que creímos? ¿Qué hay de negativo en abrir los brazos a otros? Al final, todos somos víctimas de las etiquetas y paradigmas en las que hemos crecido: bien, mal, dar, recibir, sonreir, llorar. Cada vez creo menos en los antónimos y los polos opuestos. Al final -y ésta es una frase ya repetida millones de veces- todo depende de cómo se miren las cosas. Esta navidad, quiero mirar a todos los que reciban lo poquito que les puedo dar con gratitud. Dar con gratitud. ¿Qué bonito suena eso, no? Compartir y agradecer porque otros aceptan tu cariño. Tal vez, es hora de aprender a recibir también. Dejar el ¨no te hubieras molestado¨, ¨gracias por el piropo, pero estás exagerando¨ por un simple y humilde GRACIAS. También, cuando nosotros recibimos sin adjetivos, dudas, balanzas, termómetros y comparaciones, les estamos dando a otros la oportunidad de ser mejores personas. Y yo te doy gracias a ti por dejar que comparta esto contigo. Feliz Navidad.

jo. jo. jo. :)

Sunday, December 19, 2010

derrotas victoriosas y victorias derrotadas

¿Y con quién se comparten las victorias del mundo interno?

Las victorias que tan sólo para nosotros significan algo, cuando corren el riesgo de caer en la escala de valores sobre la que todo lo demás se codifica como éxito o fracaso, pierden valor, y su huella desaparece. Por eso tenemos que protegerlas como quien pone sus manos alrededor de una vela. A veces cambiar un patrón, dejar ir una emoción, o formar un hábito son logros llenos de luz que pueden opacarse fácilmente al costado de cualquier cartón de maestría. Es una pena, pero pasa. Por eso es bueno estar atentos y llenarnos la frente de nuestras propias estrellas. Es bueno recordar que nuestro valor nace de nuestro amor por nosotros mismos y nada más. Cualquier etiqueta, opinión o palmadita en la espalda que nos den otros, es eco, puro eco y un masaje al ego de ellos y de nosotros mismos.

Muchos de estos nosotros -creo no ser la única- crecimos dentro de un sistema con ecuaciones de logro-premio-amor que quedó grabado a nivel celular, genético, como parte de nuestro piloto emocional automático. Por eso, cuando algo no nos sale como esperábamos, regañamos, lloramos y miramos al suelo.

En algún momento de nuestras vidas, empezaron a premiarnos por hacer las cosas bien, y sancionarnos -con algún castigo, una buena dosis de indiferencia o sin postre- o tan sólo no premiarnos, cuando nuestras acciones no eran dignas de una buena felicitación. Es muy probable que en nuestra cabecita de niño, asumimos que esa estrella sobre la frente era amor, y esa indiferencia, no-amor. Y así intuitivamente nos fuimos acostumbrando a hacer las cosas bien para que el colegio, la familia o los amigos ¨nos quisieran más¨. Un hilo delgado de plata se tejía entre nuestra necesidad de éxito y nuestra necesidad de amor. Probablemente ése fue el día en que nació en nosotros el horrible sabor de la derrota.

La palabra derrota en sí, es una anulación a la riqueza de los procesos de aprendizaje. Cuando se aprende, nunca se pierde. Tan sólo se gana en silencio. Tal vez, el proceso de madurar no está en comprender que todo lo que hacemos tiene una razón de ser y por lo tanto, un significado. Es más, todas aquellas ¨derrotas¨ tienen un valor agregado, ya que por falta de ecos de otros, nos dan la oportunidad para construir una escala de valores propia en donde nosotros mismos ponemos nuestros estándares.

Yo creo que los estándares propios y completamete ajenos a los externos siempre existieron dentro de nosotros mismos. ¿O acaso alguna vez alguien ha visto que un niño no considere que sus dibujos son los mejores? Luego de haber trabajado con niños por casi un año me acabo de dar cuenta de que nunca ninguno comparó su trabajo con el del otro. ¿por qué? dejo la respuesta en el aire...

No es fácil guardar las pequeñas victorias en silencio y con orgullo. Sin embargo, son ésas las que más significado tienen en nuestras vidas, porque alcanzar una meta personal y secreta no sólo requiere disciplina y sobre todo, mucha humildad.

Hoy, mientras mi laptop se prendía y mi cabeza ya iba tejiendo las líneas de este texto, descubrí que desde ese mismo lado derecho de la cama en donde duermo hace casi un año, a través de uno de los cuadrados metálicos blancos de mi ventana, se ve la luna.

Hoy descubrí que la luna me había estado mirando por la ventana todo este tiempo. Una nueva victoria que saboreo en silencio.

Wednesday, December 15, 2010

TATHATA en fotos


TATHATA

Hace casi tres años, cuando estaba de viaje por Australia, me crucé con un invento que me pareció realmente maravilloso (tengo que aceptar que la idea no nació de mí). Un día caminando por un bookshop me crucé con una cajita de cartón, fea por fuera, con tarjetas blancas con letras negras aparentemente sin gracia. Empecé a pasar una por una de las tarjetas... en inglés, todas decían algo bonito, algo que te inspiraba a sonrerir, a ser mejor persona, a ilusionarte porque algo bueno pasaría ese día. Me gustó la idea, el tamaño, saqué un billete de 10 dólares australianos y desde ese día decidí cargar esa cajita conmigo. La cajita ya arrugada, vino a Lima, pasó por manos de amigos, de cartera en cartera, y me di cuenta que era algo que quería compartir con otros... fui repartiendo algunas de las tarjetitas entre personas. Descubrí que yo no era la única que quería creer en que hay algo más grande de nosotros que conspira y respira todo el tiempo y que al final, somos nosotros los que nos movemos por ese aire.

Fue así como nació la idea de crear una serie de palabras -esta vez en español- con todas esas cosas que despierta en mí el yoga y lo poquito que he aprendido en estos años. Fue algo así como sacar el diccionario de autoayuda y convertirlo en una serie de 64 palabras. Cada una de las palabras son tan sólo letras o mucho más: depende del día y de los ojos con los que las mires. Eso sí -y esta es la gran diferencia entre ellas y los horóscopos- siempre, inspiran algo positivo. Siempre, te llevan al presente, a vivir el día a día, y sobre todo, a creer que el universo conspira a tu favor.

Arme un primer stock de tarjetitas hace casi un año y terminé regalándolas todas. Muchas de esas personas todavía las usan. Yo llevo mi paquete conmigo siempre y conozco gente que está ahorita en la India y saca una tarjetita cada día. Por algún motivo... funcionan! Creo que el poder está en cada uno. Todos tenemos la capacidad de creer que las cosas van a estar bien. Nuestra esencia no es pesimista. De eso me he covencido al darle estas tarjetas a otras personas.

Cuando encontré un nombre para el ¨producto¨ me di cuenta que estaba listo para ser vendido. Más allá de las ganancias (aunque tengo que aceptar que mal no me caen) me encanta el proceso de prepararlas, y el saber que alguien las compra para dárselas a otra persona. Esa persona puede ser niño, joven, adulto, mujer, hombre, yogi o empresario... para todos se aplica, y a todos les sirve.

Cada paquetito lleva las mismas palabras. Sin embargo, cada uno ha sido mezclado de manera diferente. Las bolsitas con hechas a mano. Las bolsas de manzanilla que llevan en la parte del empaque, son también, selladas a mano. En pocas palabras, hay uno diferente para cada uno. Lo último que este producto quiere ser, es masivo, repetitivo y genérico. Es por eso que estas fotos nunca estarán en facebook ni pasarán por mails masivos entre gente que no conozco. Cada tarjeta, lleva detrás de su palabra, la individualidad de cada día, de cada circunstancia, y la belleza de los detalles a través de los cuales el universo nos habla. Por eso, toda la cadena se hace aún más especial cuando se van compartiendo y pasando de uno a uno.

Tathata es una palabra que descubrí en un libro de Osho. Significa confianza en que las cosas pasan porque tienen que pasar, en que uno está donde tiene que estar, y en que siempre vamos a estar bien si queremos estar bien.

Aquí algunas fotos que tal vez explican un poco mejor de lo que hablo...
está en la esencia del producto que no haya claridad del todo, justamente porque cada uno, puede interpretar su contenido como prefiera.

Namaste.

Friday, December 3, 2010

Detrás de las de opiniones, discursos, conversaciones y momentos que voy acumulando, siempre llego a la misma respuesta:

el mejor discurso de todos los discursos,
la conversación más pura de todas las conversaciones,
la canción más armónica de todas las canciones,
la palabra más verdadera de todas las palabras,
la respuesta más directa a todas las preguntas,
la conspiración más bonita de todo el universo,
el amigo más fiel de todos los amigos,

es el mismísimo silencio.

Ese silencio que no está atado a ningún sentimiento de soledad,
ése que se mantiene sobre sus pies por sí solo,
es el que mejor lo explica todo.

Es sólo cuestión de esperar un rato y dejar que llegue a tocarte el timbre. Siempre, detrás de la bulla, las opiniones, los discursos, las conversaciones y los momentos, regresa con su presencia refrescante a poner las cosas en su sitio.