Tuesday, August 28, 2012

Carrera

Tuvieron que pasar siete años estudiando "una carrera" para cuestionar la palabra que define ese proceso en el que supuestamente, nos hacemos profesionales para algo. No tengo interés en reflexionar sobre temas de vocación o analizar los sistemas educativos que hacen el intento por formarnos para el éxito. Sólo quiero parar un segundo a preguntarme sobre la palabra carrera.

Algo existe cuando tiene nombre (así lo dice Syzlo). Y efectivamente, ese proceso de estudiar algo viene generalmente acompañado de un punto de partida, de una meta, de un día a día que se hace largo, de plazos demasiado cortos, de querer correr, de velocidad, de números que creen tener el poder de calificarnos. Siempre pensando en futuro. Siempre queriendo dejarla en el pasado. Carrera. Los que hemos llegado al final de ese proceso descubrimos que era de humo y que lo que uno sí que no deja de aprender durante su "carrera" es a sobrevivir a retos, trepar muros, cruzar charcos y reírse de uno mismo.

Sería interesante preguntar de dónde nace la palabra carrera y por qué le ganó el puesto a otra mucho más bonita:
p - r - o - c - e - s - o.
Se hubiera podido ahorrar mucha tinta en la historia de la humanidad si los títulos universitarios sólo llevaran nuestro propio nombre. 

Carrera: ¿Hacia qué corremos? ¿Por qué corremos? ¿Y a qué le corremos tanto que necesitamos que alguien más diga que somos buenos para algo?

Sé que el tema es mucho más complejo. Tiene mucho de positivo estudiar algo, estudiarlo todo. Pero sigo sin entender por qué se asocia la velocidad a algo que dura toda la vida y por qué la universidad te regala un diploma plano en vez de un espejo.

¿Saldrá algo en Wikipedia?

No estás aburrido, estás distraído

Lo único constante en nuestra vida, es el cambio.

Comparto un  video de música sutil y de una simple línea negra que siendo línea se transforma, cambia, se adapta, se estira y se achica, se reinventa todo el tiempo... al igual que cada una de nuestras vidas, cada uno de nuestros días, cada uno de nuestros sentimientos.

http://www.youtube.com/watch?v=mEA4N8t8Nac

Julio Ramón Ribeyro supo explicarlo en palabras:

"Dentro de nosotros mismos hay como una oficina meteorológica que emite cada mañana su parte sentimental: estaremos contentos, sufriremos cólera al mediodía, etc. Y hacia esa predicción avanzamos temerosos o confiados, oficina falaz, tan volandera como la que profetiza el clima: la tarde de la que esperábamos tanto júbilo se cubre de pronto de una insoportable tristeza. Pero también cómo alumbra esa noche auguralmente lúgubre la sonrisa de la desconocida.¨

Sunday, August 19, 2012

Domingo Despacio

Los domingos tienden a ser días en los que el cuerpo se mueve despacio... Pero la mente salta de atrás para adelante, anticipa a la semana, planifica, quiere hacer mucho y no llega a hacer nada. En honor al domingo que puede ser un día para hacerlo todo y no hacer nada, un día híbrido, camaleónico, montaña-rúsico y hasta cierto punto cómico por ser bizarra mente familiar y solitario... Los dejo con uno de mis textos favoritos de los últimos meses. Y doy gracias a este espacio porque tipearlo me ayuda a recordarlo... despacio.

Despacio 

"Una propuesta para nuestros tiempos rápidos es ir despacio. Despacio, poco a poco, constantemente. Porque no tener tiempo es como no tener nada. Y porque ir despacio no significa no llegar, sino llegar de la mejor manera posible, elegir hacer pocas cosas, que es una buena manera de hacer alguna de verdad. Hacer despacio lleva a olvidar los pasos que anticipan las conductas, los caminos de la memoria, para habitar lugares intermedios llenos de vida y de sorpresas. Cuando se sienten estos lugares, hay que detenerse, llenar(se) de sensaciones y emociones, para no convertirse en un robot animado sólo de eficacia. 

Aprender despacio significa aprender hacia adentro, reconocerse en los demás y en lo que te rodea, como algo tuyo, que permanece. Por eso, la emoción es un momento de vida compartida, donde tú eres el otro o lo otro, donde tu cuerpo queda suspendido en el tiempo. Moverse despacio lleva a pensar(se) despacio. Y cuando piensas despacio, todo es nuevo, todo aparece por primera vez, nace y muere ene el instante, que es lo único a lo que perteneces. Aparecen, entonces, los sentidos, aparece el cuerpo, la vida, escuchas a los hombres y a los pájaros, a los árboles y los colores. 

Despacio no quiere decir lento. Es más bien el límite entre lo rápido y lo lento. Un lugar donde puedes estar sin estar del todo. Donde puedes sentir las energías de los lugares y los dioses que habitan en ellos. Despacio, la vista fija atención en los matices, en lo que no se ve si no se mira, que es lo que más importa. Se puede, a la vez, escuchar, oler, sentir los cambios de temperatura o la caricia del viento. Despacio como el calor que proyecta el sol durante su movimiento, despacio. 

Ir despacio. Hacer despacio. Aprender despacio. Moverse despacio. Pensar despacio. Escuchar despacio. Sentir despacio. Proyectar despacio... Ser arquitecto es mi manera de estar solo, despacio."

Muchas gracias a Alberto Morell, arquitecto.

Friday, August 17, 2012

Namaste

Somos muchos cuerpos en un sólo cuerpo y muchas personas dentro de una misma.

Los roles que jugamos en el día a día... El yo que llevamos a la oficina, el que sentamos a comer con la familia, el que ríe con los amigos y se apoya en su pareja, el que metemos a la ducha o acostamos sobre la almohada. El que sueña. El que aterriza.

Más allá de nuestra identidad (aunque no creo que exista tal etiqueta como algo rígido y estático) todo el tiempo asumimos roles en el entorno en el que estamos. Es algo así como los zapatos que decidimos usar por donde vamos. Somos una superposición de cuerpos físicos, emocionales, espirituales que tejen nuestra complejidad como seres humanos.

Cuando uno se convierte en su propio observador llega a ver detrás de esa lupa de inspector que no siempre habitamos el mismo cuerpo. A lo largo del día, hay momentos en los que andamos más en nuestra mente, o en nuestro cuerpo, o nos perdemos en nuestras emociones... Saltamos de un cuerpo a otro como quien salta de un a balsa dentro de muchas otras balsas sobre un mismo río. Y es muchas veces de ese saltar de balsa a balsa, de ese ir y venir de un cuerpo al otro de donde nace el conflicto porque las cosas dentro de nosotros mismos no fluyen en una misma dirección. Y si dejamos un pie en cada balsa éstas pueden alejarse tanto que caemos al agua.

¿Algún eco en lo que digo?

"Mi cuerpo quiere algo y mi mente no lo permite. No entiendo por qué siento lo que siento. Mis puños se ponen duros porque no puedo controlar las lágrimas. Odio mi trabajo pero no puedo dejarlo. De repente... me río sin saber por qué."

Cuerpo mental fluye hacia un lado, cuerpo físico hacia otro, cuerpo emocional salta y nos paralizamos, nos quedamos estáticos, porque no sabemos qué queremos, quienes somos. Uno entra en trompo. Nos cuesta fluir porque cuando uno fluye, fluye en cuerpo, en mente, en espíritu en una sola dirección y de repente todas esas etiquetas y fragmentaciones de lo que somos, lo que otros creen que somos, lo que queremos ser y lo que los otros quieren que seamos... desaparecen. (Leer "Flow. The Psychology of Optimal Experience" de Mihaly Csikszentmihalyi)

Pasamos mucho tiempo del día, o muchas vidas, viviendo en desorden interno sin percibirlo. Intentamos avanzar en entropía. No s'ólo avanzar, sino correr. Nos apresuramos a tomar decisiones, decir si, o no, sacar conclusiones. Las buenas decisiones toman como premisa el silencio, la unidad. Todas las demás se desarman rápido porque el mismo desorden que las construye, las destruye. No se sostienen porque sus cimientos no nacen de un solo suelo.

Para mí, el principal rol que cumple el yoga es alinear todos nuestros cuerpos (yoga significa unión). Es un medio para poner orden y simplificarnos. No es fácil meditar (yoga es meditación en movimiento) porque tenemos una naturaleza acostumbrada al desbalance y en desorden interno. Cambiar hábitos es una chamba de hormiga. Los retos siempre asustan. Alcanzarlos, aunque sea por un segundo, empodera.

Cuando uno cierra los ojos para meditar, o comienza a fluir de una postura de yoga a otra, puede observar cómo de repente, de pensar en tu rodilla comienzas a pensar en algún recuerdo. Una inhalación y saltas al pasado, una exhalación y viajas al futuro.... cómo cuesta mantenerse presente en un solo lugar. Uno se enfrenta a su propia fragmentación. El yoga se convierte en tu propio espejo.


Se asocia la meditación (el yoga es meditación en movimiento) con poner la mente en blanco. Prefiero verlo como una distancia que permite mirar todas esas nuestras partecitas para recomponerlas, reinventarnos y vivir más cómodamente dentro de nuestros propios zapatos. No es un proceso fácil. Hay días en los que uno llega a sentirse dentro de una batalla en contra de su personalidad y su cuerpo. Todo lo contrario: es una batalla por nuestra personalidad.

Uno se esfuerzas porque el resultado te acerca a ti. A tu yo que es sólo uno. Regresas a hacer vasija que lo sostiene todo. La mejor versión de ti mismo. De repente te haces al mismo tiempo emoción, músculos, neuronas, flor, agua, tus padres, tu niñez, tus amigos, aire y fuego. Aparece un yo como un universo completo y balanceado en donde entra también todo el universo donde ese yo vive.

Muchas clases de yoga terminan con la expresión Namaste. Muchos creen piensan que es un hola, un chau, un buenos días, un que estés bien... Namaste significa "Yo conozco lo divino en ti, en mí y en el universo, y es por eso que todos somos uno."

Namaste hace referencia a ese sentimiento de estar en casa. Y una vez que uno encuentra su hogar dentro de uno mismo, siempre anhela regresar. Es por eso que algunos intentamos meditar o practicar yoga a diario. Para hacernos uno... y como uno solo, poder caminar en paz dentro de un mundo ya fragmentado que busca fragmentarnos. Eso debilita, cansa, aturde, aburre, estresa y nos enferma.

"When you are aligned, you become effortlessly powerful." 

Wednesday, August 15, 2012

Atención - Intención - No Tensión

Tres palabras que no sólo riman... sino que se acompañan, se complementan, se jalan la una a la otra en conflicto hasta alcanzar un balance. A veces caminamos y caminamos en círculos dispersos. Caminamos por las calles de la ciudad, por los espacios de nuestra casa, por los rincones de nuestra mente. Caminamos sin saber qué buscamos. A veces, ni siquiera sabemos si estamos buscando. Es un ir y venir que se conecta con parte de nuestra esencia nómade o tal vez con ese estado inconsciente nuestro que deja de estar con los pies sobre esta tierra y simplemente se pierde entre pensamientos, pasado, futuro, nubes de ideas, recuerdos de personas, sueños. A mí me pasa mucho. De repente, pasaron unos minutos, a veces unas horas y estuve por algún lado haciendo algo que no recuerdo o tal vez que no era ¨importante¨ (lo pongo entre comillas porque si me pongo a definir lo que considero que es importante comenzaría a vagabundear y caer en esos pasos dispersos que acabo de describir).

Creo que esos movimientos del cuerpo y la mente entrópicos, desordenados, son saludables. No siempre podemos estar enfocados. No siempre podemos saber lo que estamos buscando. Inclusive, muchas veces son esos momentos o esas etapas en las que nos sentimos sin rumbo las que nos llevan a una puerta.

Atención. De repente, algo me interesa. Algo causa en mí curiosidad. Algo me impulsa a acercarme. Mis pensamientos y mis pasos comienzan a tener un sentido más claro. Veo un camino que quiero explorar. Me empuja la curiosidad, la intuición, tal vez el aburrimiento o la necesidad de llenar un vacío. De repente, siento el paso del tiempo. Observo, me pregunto, observo, me pregunto... será esto lo que quiero?

Intención. Respondo sí. Esto es lo que quiero. Pongo los ojos en un punto fijo. Alineo mis pasos, levanto la mirada y camino. Al caminar descubro. Los miedos me frenan, las dudas me pueden hacer perder el balance, los recuerdos de lo que queda atrás y las expectativas de lo que debería venir por delante te llevan a puntos estáticos. Yo mismo convierto ideas en piedras en un zapato del que sólo yo soy responsable porque sólo en mi cabeza existe. Algunos opinan, pero en realidad, somos nosotros mismos los que cargamos la mochila, el cuello, los músculos de la cara y comenzamos a correr hacia una meta que nosotros mismos pusimos creyendo que se nos escapa.

No tensión. Respira. eso es falso. Falso. Lo verdadero, lo que realmente anhelas y amas, prevalece. Nada va demasiado rápido ni demasiado lento. Todo tiene su ritmo. Aligero mis pasos sin dejar de sentir el suelo y el aire. Sin dejar de respirar. Sin poner el cuerpo tieso como un pedazo de madera. Balance es mitad fuerza y mitad flexibilidad. Cada músculo mío que trabaja hace que otro opuesto se relaje. Cada palabra de yo si puedo viene acompañada de un quédate tranquila. Mitad enfoque y mitad desenfoque.

Tener una intención sin poner tensión, siempre prestando atención. Qué bonito suena. Puede ser simple si lo manejamos con precisión de cirujano. Y ese trío trabaja en cada postura de yoga que uno practica y en cada reto que uno asume como propio. Hay una línea muy delgada entre la determinación y la tensión. Cuando queremos controlar todo, no podemos controlarnos ni a nosotros mismos. Cuando soltamos demasiado, perdemos oportunidades. Cuando le ponemos ganas a lo que hacemos y confiamos, las cosas pasan de la manera que debe darse. Atenta. Intento. Confío y suelto una cometa amarilla al cielo.