Friday, August 17, 2012

Namaste

Somos muchos cuerpos en un sólo cuerpo y muchas personas dentro de una misma.

Los roles que jugamos en el día a día... El yo que llevamos a la oficina, el que sentamos a comer con la familia, el que ríe con los amigos y se apoya en su pareja, el que metemos a la ducha o acostamos sobre la almohada. El que sueña. El que aterriza.

Más allá de nuestra identidad (aunque no creo que exista tal etiqueta como algo rígido y estático) todo el tiempo asumimos roles en el entorno en el que estamos. Es algo así como los zapatos que decidimos usar por donde vamos. Somos una superposición de cuerpos físicos, emocionales, espirituales que tejen nuestra complejidad como seres humanos.

Cuando uno se convierte en su propio observador llega a ver detrás de esa lupa de inspector que no siempre habitamos el mismo cuerpo. A lo largo del día, hay momentos en los que andamos más en nuestra mente, o en nuestro cuerpo, o nos perdemos en nuestras emociones... Saltamos de un cuerpo a otro como quien salta de un a balsa dentro de muchas otras balsas sobre un mismo río. Y es muchas veces de ese saltar de balsa a balsa, de ese ir y venir de un cuerpo al otro de donde nace el conflicto porque las cosas dentro de nosotros mismos no fluyen en una misma dirección. Y si dejamos un pie en cada balsa éstas pueden alejarse tanto que caemos al agua.

¿Algún eco en lo que digo?

"Mi cuerpo quiere algo y mi mente no lo permite. No entiendo por qué siento lo que siento. Mis puños se ponen duros porque no puedo controlar las lágrimas. Odio mi trabajo pero no puedo dejarlo. De repente... me río sin saber por qué."

Cuerpo mental fluye hacia un lado, cuerpo físico hacia otro, cuerpo emocional salta y nos paralizamos, nos quedamos estáticos, porque no sabemos qué queremos, quienes somos. Uno entra en trompo. Nos cuesta fluir porque cuando uno fluye, fluye en cuerpo, en mente, en espíritu en una sola dirección y de repente todas esas etiquetas y fragmentaciones de lo que somos, lo que otros creen que somos, lo que queremos ser y lo que los otros quieren que seamos... desaparecen. (Leer "Flow. The Psychology of Optimal Experience" de Mihaly Csikszentmihalyi)

Pasamos mucho tiempo del día, o muchas vidas, viviendo en desorden interno sin percibirlo. Intentamos avanzar en entropía. No s'ólo avanzar, sino correr. Nos apresuramos a tomar decisiones, decir si, o no, sacar conclusiones. Las buenas decisiones toman como premisa el silencio, la unidad. Todas las demás se desarman rápido porque el mismo desorden que las construye, las destruye. No se sostienen porque sus cimientos no nacen de un solo suelo.

Para mí, el principal rol que cumple el yoga es alinear todos nuestros cuerpos (yoga significa unión). Es un medio para poner orden y simplificarnos. No es fácil meditar (yoga es meditación en movimiento) porque tenemos una naturaleza acostumbrada al desbalance y en desorden interno. Cambiar hábitos es una chamba de hormiga. Los retos siempre asustan. Alcanzarlos, aunque sea por un segundo, empodera.

Cuando uno cierra los ojos para meditar, o comienza a fluir de una postura de yoga a otra, puede observar cómo de repente, de pensar en tu rodilla comienzas a pensar en algún recuerdo. Una inhalación y saltas al pasado, una exhalación y viajas al futuro.... cómo cuesta mantenerse presente en un solo lugar. Uno se enfrenta a su propia fragmentación. El yoga se convierte en tu propio espejo.


Se asocia la meditación (el yoga es meditación en movimiento) con poner la mente en blanco. Prefiero verlo como una distancia que permite mirar todas esas nuestras partecitas para recomponerlas, reinventarnos y vivir más cómodamente dentro de nuestros propios zapatos. No es un proceso fácil. Hay días en los que uno llega a sentirse dentro de una batalla en contra de su personalidad y su cuerpo. Todo lo contrario: es una batalla por nuestra personalidad.

Uno se esfuerzas porque el resultado te acerca a ti. A tu yo que es sólo uno. Regresas a hacer vasija que lo sostiene todo. La mejor versión de ti mismo. De repente te haces al mismo tiempo emoción, músculos, neuronas, flor, agua, tus padres, tu niñez, tus amigos, aire y fuego. Aparece un yo como un universo completo y balanceado en donde entra también todo el universo donde ese yo vive.

Muchas clases de yoga terminan con la expresión Namaste. Muchos creen piensan que es un hola, un chau, un buenos días, un que estés bien... Namaste significa "Yo conozco lo divino en ti, en mí y en el universo, y es por eso que todos somos uno."

Namaste hace referencia a ese sentimiento de estar en casa. Y una vez que uno encuentra su hogar dentro de uno mismo, siempre anhela regresar. Es por eso que algunos intentamos meditar o practicar yoga a diario. Para hacernos uno... y como uno solo, poder caminar en paz dentro de un mundo ya fragmentado que busca fragmentarnos. Eso debilita, cansa, aturde, aburre, estresa y nos enferma.

"When you are aligned, you become effortlessly powerful." 

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