Tuesday, October 4, 2011

Construyendo Realidades

Un cálculo directo del corazón - no encontré ningún dato en wikipedia.
Por lo menos, el 80% de lo que pensamos cada día es inventado, imaginado, asumido, construído. Las certezas son pocas. Incluso aquellas cosas evidentes y reales las vemos con un par de ojos que no son los mismos de la persona que tenemos al costado, ni a los de la persona que esa persona tiene al costado. Costado tras costado, todos miramos realidades de manera diferente. Algo tan simple como una cáscara de plátano sobre la vereda puede tener mil interpretaciones, ochocientas miradas, y muchos pies que esquivan el obstáculo sin ni siquiera mirar.

Como decía, construimos realidades todo el tiempo. Sobre quiénes somos, sobre cómo nos ven, sobre cuánto nos aceptan, o cuánto nos quieren, o cuánto nos alucinan, sobre lo que nos está pasando. En ese sentido somos todos escritores de telenovelas mexicanas, cuentos de hadas, historietas, comics, artículos de períodico o poesía. Cada uno escoge la forma en que narra su vida, el lenguaje en el que cuenta su historia. Cada uno decide cuando ponerle punto final a la página y abrir los ojos.

Lo que no me queda claro es en qué momento nos volvimos tan pesimistas y tan malos contando historias. No sé si fueron los noticieros, los programas de televisión, una educación castrante que toma al mártir como héroe... no sé dónde nació nuestro hábito por desear finales felices y construir finales tristes. Una habilidad realmente fina y calculada para meternos cabe. Para crear realidades que nos hagan sufrir, dudar, tener miedo, flojera, para desconfiar en lo que somos y podemos ser.

Si voy a suponer o interpretar las palabras de alguien, o el silencio de alguien, por qué no imaginar algo bonito? Si suena tan simple, por qué no comenzar a hacerlo? Dicen que demora 21 días formar un hábito... me gustaría saber si podría, por 21 días, pararme sobre una nube y asumir todo de manera positiva. Mentirme descaradamente y disfrutar de mi mentira, de mi creación, de mi cuento. Al final, el único que vive en los castillos de pensamientos que construye, es uno mismo. Así que mejor ponerle color, ventanas grandes, mucho aire, y borrarle cualquier pasaje en donde uno no pueda caminar con los brazos abiertos.

Hoy quiero imaginar que todo es bonito y bueno. Que la gente es buena. Que lo que pasa es perfecto. Si los pensamientos no pueden borrarse, por lo menos pueden darse volantines.

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