Monday, March 28, 2011

final feliz... finalmente

(este post viene con soundtrack...
http://www.youtube.com/watch?v=RD3WwM6l1J0&feature=related)

Hoy fui a una clase de yoga que dictaba una buena amiga. Es de esas clases que siempre caen en el momento indicado. Al comenzar, habló del yo interior, de la vocecita, pero la del lado bueno. De hecho, los dibujos animados con el angelito y el diablo flotando al costado de la cabeza no están para nada lejos de la realidad.

Hoy, de repente, apoyada sobre dos brazos que se cansaban, sudando, en una postura no del todo fácil, me vi sonriendo. No riendo, sino sonriendo. Cada célula de mi cuerpo sonriendo.

Sigo sonriendo. No con la cara estirada. Esta vez la sonrisa viene de un poquito más adentro, de algun rincón escondido entre las costillas que merece un espacio entre estas líneas. Hoy sentí que se abrió algo, algo que no veía venir hace tiempo.

A veces me preguntan por qué tanto esfuerzo con el yoga, la meditación. Incluso yo cuestiono si paso demasiado tiempo tratando de entender mi cabeza. El proceso de entenderse a veces llega a convertirse en una chamba a tiempo completo. Es casi casi como la luz de un blackberry que no deja de sonar. Una radio que no se apaga. Una conversación interior, que observas, que controlas y te controla, que dejas ir y que te lleva, un ping pong entre presente, pasado y futuro constante, un columpio en el que te ves columpiarte desde afuera... creo que muchos deben saber a qué me refiero.

A veces tiras la toalla y sueltas un gran ya fue ya. Te preguntas, para qué me metí aquí? Confieso que a veces me gustaría andar como los personajes de Ensayo de la Ceguera de Saramago, a tropezones sin ver nada. Pero luego de un par de tropezones, te das cuenta que ésa no es la salida. A veces, es mejor tener una buena ventana por dónde mirar, que una puerta que no te lleva más lejos que al jardín de atrás, ése con olor a recuerdos de infancia y flores de plástico.

Hay momentos en los que el esfuerzo hace sentido. Pueden ser segundos, minutos, con suerte un día, y con años de chamba, o incluso vidas de chamba, me imagino que puede ser un estado de ser y vivir en paz.

Hoy se abrió esa ventanita que me hace recordar por qué el yoga, por qué la meditación, por qué el viaje interno. Era una ventana muy chiquita, cuadrada con un marco simple y en una pared blanca. Una ventanita que me hizo recordar que en esencia somos felicidad, somos amor, somos energía viva. Está ahí, y cuando sale, no depende de ninguna buena noticia ni un buen día. Va más allá de los hechos. Viene de adentro. Plenitud pura que no tiene ningún otro motivo que estar vivo.

Saber que esa esencia existe justifica la búsqueda en un 500%. Es como si en un segundo, la acción de estar tomara protagonismo: uno deja de estar contento, estar triste, estar arriba, estar abajo, estar flaco, estar gordo....

Uno simplemente disfruta el estar. Y no hablo del que tiene muebles.

De repente, a uno le llega la certeza que simplemente se puede estar y que eso es más que suficiente para ser feliz.

Se me viene a la cabeza una frase que siempre repetía Bikram:
¨Hay muchas ranas que nacen, crecen y mueren dentro de su charco, sin haberse dado cuenta que existía un océano.

2 comments:

lbv said...

me gusta la idea del soundtrack. le da sentimientos a las palabras...

Rafa said...

Este libro está bastante bueno: "The Yoga Sutras of Patanjali", traducido y comentado por Sri Swami Satchidananda. Lo tengo recién empezado, pero en esas primeras páginas habla de la necesidad de abandonar aquellas ideas de tí mismo que te relacionan con elementos externos, para quedarte solo con el ser. Es decir, no definirte como arquitecto, artista, abogado, esposo, maratonista, millonario, y resto de etiquetas que solemos estamparnos, sino más bien desahacerte de ellas, y solo ser. Y en ese ser, encontra la plenitud con el resto de personas. La idea es bien interesante, el reto está en ejecutarla. Esto puede ser un poco tonto, pero quizá también convenga revisar los libro de César Millán sobre la personalidad canina y como los animales simplemente son. Se puede aprender bastante de ellos.