Tuesday, March 22, 2011

efecto tornado

Estuve el fin de semana en un seminario lindísimo sobre meditación. Sería demasiado ambicioso querer explicar lo vivido y compartido durante un fin de semana con otras 33 personas en líneas. Sólo puedo decir que fue especial, muy especial.

Me propuse la meta de ser más feliz, de meditar todos los días, de seguir haciendo el esfuerzo por dar mi 100% en todo y mantenerme presente. Pero la mente no se queda quieta cuando ve que corre el peligro de perder poder. Por lo menos la mía, se ha puesto zapatillas y ha salido a correr al costado de todas mis buenas intenciones.

Tengo un par de pensamientos que por más que trato, no puedo soltar. Los veo, los soplo, y regresan. Medito, los observo, y cuando creo que están en silencio, regresan y se me cuelgan de las orejas. Son pensamientos que se me agarran de la pierna, de la misma manera que los niños tienen la costumbre de agarrarse de tu pantalón para que no dejes de jugar con ellos. Son pensamientos chicle, pensamientos pelota de ping pong, pensamientos como esa arena que se mete en la cama y no te deja dormir. Bueno, por lo menos ya lo estoy tomando con mejor humor.. a ver si estos benditos pensamientos se pican un poco y se esconden debajo de la cortina.

Hoy cuando practicaba yoga la batalla era campal. Yo a un lado del ring, ese pensamiento hostigante al otro. Nos esquivábamos, nos veíamos a los ojos, nos tirábamos al piso, nos levantábamos, tomábamos agua y así seguíamos. Pasaban los minutos, y ni la victoria ni la derrota me generaban ningún tipo de tranquilidad. El resultado de cualquiera de las dos acciones era cansancio, mucho cansancio y ganas de salir corriendo a algún lugar donde el pensamiento no pudiera alcanzarme. Qué pena que los pensamientos no tienen cuerpo. Ahí sería más fácil escabuirse o verlos cuando están detrás de la cortina para no levantarla.

Pero en realidad, los pensamientos te siguen a todos lados. Hay muchas técnicas para dejarlos ir, para renunciar a ellos... La meditación es probablemente la más efectiva. También ayuda bailar o reventar burbujitas de bubble wrap. Alguna vez alguien me dijo que romper periódicos era bastante saludable. Yo opto por ordenar mi closet y doblar ropa.

Pero hablaba de la batalla de hoy.

De la batalla que se convirtió en baile cuando por un segundo de lucidez pensé en la imagen de un tornado. Un tornado que se lo lleva todo, que lo absorbe todo, que te levanta del piso a ti con tu casa y tu perro sin que puedas tener ningún control sobre su poder. No creo haber escuchado de nadie que haya intentado salir de un tornado. Incluso si uno cae en el medio de un remolino, recomiendan que te dejes llevar.

La resistencia frente a algo le da poder a ese algo. Te pone en posición de defensa, por lo tanto, de peligro, y por lo tanto, aparece la posiblidad de perder. EL baile, en cambio, es juego. Y un tornado o un remolino, una fuerza que te levanta, te samaquea y cuando se aburre, te bota.

Hoy le declaré la victoria a mi pensamiento. Le dije, ok, tú ganas, me rindo. Me dejé llevar por sus brazos, me hizo dar vueltas, subir, bajar, cerrar y abrir los ojos. Yo sólo observaba. Ya no había resistencia.

Es aburrido jugar solo.

Creo que pasó el tornado. Y nunca le pregunté su nombre.

1 comment:

Rafa said...

Escribes bastante visual. Complementarían muy bien algunos dibujos, incluso garabatos con tus textos. No lo harías mal con cuentos ilustrados para niños.