Monday, April 11, 2011

trabajo de hormiga

Acaso cuando nuestra casa está sucia, sacamos un trapito y limpiamos la casa del vecino? Podría funcionar si las acciones siempre fueran recíprocas. El famosísimo hoy por ti mañana por mí es llamado a la corte para someterlo a un serio interrogatorio. Posiblemente si alguna monja del villa leyera este post, me sugeriría alistar un sleeping bag para el purgatorio.

Yo recibo lo que le doy al otro. Yo lavo tu carro porque sé que lavarás el mío. Una idea importada a la que no le damos la vuelta.

Pero no sería más práctico que cada uno camine dentro de sus propios zapatos?

Varias veces he discutido con otros esta idea de encargarse de uno mismo. Siempre rebotan a la superficie palabras como empatía, solidaridad, autosuficiencia y el famosísimo e infaltable egoísmo. Cómo le gusta al egoísmo estar donde revientan los cuetes para llevarse toda la atención. El sombrero de egoísta sí que cuesta sacártelo de encima. Te hace bajar la cabeza y cargar las mochilas de otras personas mientras arrastras tu propia cartera. Ni qué decir del sentido de culpa.

Para mí, todo esto tiene cada vez más sentido, porque esto de sacar trapitos para limpiar las ventanas de los demás no fucniona del todo. Se me viene a la mente la imagen de esos niños en las esquinas que con una necedad impresionante te limpian la luna del carro a pesar de que les insistes que no tienes una sola moneda contigo. Me pregunto cuántas veces he hecho -y probablemente seguiré haciendo lo mismo. Es una costumbre completamente enraízada que no sé si quiero arrancar del todo. Sin embargo, es bueno reconocer cuándo uno sale corriendo por la puerta falsa en busca de un gracias y reconocimiento.

Un consejo pedido es otra cosa. Ayudar al que viene a buscarte no encaja entre estas líneas. Tampoco hablo de apatía e indiferencia, sino más bien de respeto hacia otros, de confiar en su capacidad de resolver sus vidas y de crecer en orden y con prioridades. Si vemos que otros pueden hacerlo solos, nosotros tambíén. De repente cada uno camina por su propio camino y nos saludamos mientras avanzamos. Desaparecen las metidas de cabe, los rompemuelles, los peajes que nos cobran y cobramos inconscientemente.

Definitivamente, la mejor manera de olvidarse de uno mismo es ayudar a los demás. Repartir consejos no pedidos por todos lados. Es eso caridad o escape? No se hace de manera conciente, pero muchas veces buscamos la buena acción que nos saque de nosotros mismos. La acción desinteresada no siempre tiene ese tono, pero muchas veces, la acción solidaria no es desinteresada, porque nos abre una puerta a dejar lo pendiente para más tarde.

Creo que para ayudar a los demás, uno tiene que comenzar por uno mismo. Si lo lleváramos a un punto extremo, si todos sacaramos nuestra propia basura, nuestro planeta interno estaría limpio. Sólo habría que renunciar a los agradecimientos y trabajar como una hormiga, en silencio.

Mejor dejo de hablar y sigo trabajando.

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