Sunday, September 2, 2012

Libertad liberada

Generalmente asociamos la libertad con esa sensación de no tener ataduras, de poder tomar decisiones sin preocuparnos por factores externos, de tener el poder de hacernos sordos frente a opiniones de terceros. Hago lo que me da la gana y punto. Me banco las consecuencias.

Todos buscamos ser libres. No nos gusta la sensación de estar entre rejas. Toda sensación de perfecta seguridad llega a asfixiarnos y eventualmente regresamos a buscar la puerta de salida y el timón para pilotear nuestra propia vida. Una y otra vez regresan las ganas de salir corriendo para entrar dentro de otro yo menos acartonado.

Asociamos la libertad con el momento de tomar una decisión. Se ha convertido en un discurso propio,  un ¨statement¨, en la herramienta bajo la que dibujaba el sí o el no, el voy o el no voy, el soy o el no soy. Una libertad que actúa en un instante y se se esfuma, que usas y luego descartas.

Quiero creer que existe un estado de libertad que va más allá de el sí o el no que se esfuma en un instante.

Sentirnos dueños de nuestros deseos y decidir libremente es la parte fácil. Pero, ahí la ecuación no está completa: no todo lo que hacemos de la manera que queremos nos lleva a sentirnos más libres y hay muchas decisiones que tomamos sin querer hacerlo que generan en nosotros una deliciosa sensación de ligereza muy cercana a lo que se podría llamar libertad. Bingo.

¿Cómo liberarnos de lo que nos amarra por dentro? Flojera, inseguridad, miedo, duda, desconfianza, amargura, rencor.... ¿No son ésas tijeras corta-alas y no es ésa la razón por el que a muchos nos costaría mucho bailar un martes a las tres de la tarde en la mitad de la Plaza San Martín con los brazos abiertos? 

Tal vez hemos contenido la noción de libertad en el presente y la asociamos con la habilidad de poder actuar sin ataduras en un instante. Decimos que la persona libre no tiene miedo de decir lo que piensa, hacer lo que quiere o pensar como lo considera correcto. Verdad incompleta.

Buscar libertad a futuro puede ser mucho más útil en el momento de tomar decisiones. Hay decisiones sofocantes que a mediano o largo plazo se convierten en llaves que abren muchas puertas. Optar por lo que no queremos en un instante puede ser tan liberante como la sensación de bailar en el medio de la Plaza San Martín. Hay decisiones pesadas que nos hacen ligeros y hay decisiones ligeras que fácilmente nos pueden hacer los pies de plomo.

Con el yoga, por ejemplo, uno aprende a tomar buenas decisiones una y otra vez. Cada asana (postura) es una decisión. Cada vez que decidimos hacerla, y hacerla de la mejor manera posible, nos hacemos más libres de ese yo que cree no poder y que se esconde detrás de la excusa de que por ser libre puede hacer lo que le provoque.

Una cosa es decidir libremente y otra muy distinta es optar por lo que nos hace libres.

¨You alone are responsible for yourself... until you are a master of yourself, able to command yourself to do the things that you should do but may not want to do, you are not a free soul.¨
- Paramahansa Yogananda

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