Saturday, May 8, 2010

arcade_recurseo 1

Hoy ¨dicté¨ -si podría decirse así (porque los niños con su inofensiva saboduría te enseñan mucho más a ti de lo que tú puedes enseñarles a ellos- mi primera clase de arte recursero en ARCADE, centro de desarrollo de talentos. La idea de este taller era jugar con basura y valorar su esencia. Hace mucho adoopté esa manera de ver las cosas, desde lo más banal como las chapitas de gaseosa, hasta lo más fundamental como las relaciones. Creo que desde que escuché de un profeso de la universidad, que la basura tiene cierta esencia, aprendí a querer mucho más a mi país.

Pero en este caso, el taller sólo toca el primer punto: relacionar a los niños con el arte de reciclar, no sólo como hábito de colección y de cuidar el planeta, sino como punto de partida para la inspiración y la construcción de ideas. Creo que soy mucho más fanática de reusar que de reciclar. Mientras más visible y claro sea el proceso de convertie algo, es más transparente, más puro y más valioso. Mi fanatismo llega al punto de disrutar de la marca que deja una costura, o dejar la mancha del café que se chorreo sobre el papel.. creo que ahí esta la relación entre la ética y la estética. Incluso por eso no me gustan las cirugías plásticas.

Entro y salgo del tema... me voy por las ramas. Es que me es imposible encontrar conexiones entre las cosas. Siempre hay un trasfondo en común entre todo lo que pensamos... o soy yo la que busca relaciones. En fin...

Dos horas fueron suficiente para seleccionar la basura, transformar el lugar, pintar una pared con los dedos, pintar con plumones y crayolas pedazos de madera y jugar un rato. Realmente cuando uno es niño el tiempo se te pasa más lento.

Cuando llegamos el espacio tenía tan sólo mesas blancas, una repisa vacía hecha con dos escaleras y pedazos de madera cruzadas, dos paredes naranjas, una blanca y una amarilla, y un mueble naranja puesto al revés.

El cuarto se hizo espacio con unos cuántos gestos que se escapan de esa tendencia que tenemos de creer que para decorar bien hay que comprar todo nuevo.

Unos cuantos hilos colgados del techo con bolsas de ziplock que guardan el menú de basura (negativos de fotos, bolsas de plástico, cajas de pastillas, bolsas de té)
Una botella de plástico grande colgada del techo que pone la meta de ser llenada a lo largo del taller.
Tres palabras sobre la pared blanca: contruye, imagina, exprésate y la promesa de poner muchas más.
Cajas con materiales sobre las repisas.
Basura ordenada y clasificada... por lo tanto: legitimizada.
Una pared naranja llena de pintura blanca con dibujos de esos que sólo los niños saben hacer... un mundo de botellas, dinosaurios y montañas, nubes, flores en un jarrón y autoretratos...
Y sobre todo, niños moviéndose por el cuarto. Es increíble ver como los espacios toman vida cuando la gente los habita, los recorre, los reordena y los ensucia.

Dos horas y el cambio era increíble.
En el espacio, en ellos y en mí.

Hoy fue una bonita tarde.

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