Saturday, June 25, 2011

montaña rusa

No creo haber escuchado nunca de una persona que se tiró de una montaña rusa porque no le gustaba, porque los asientos estaban incómodos, porque el sonido del crujir de la madera lo asustaba mucho, o porque tenía náuseas. Es evidente por qué uno no se sale: porque no puede. Primero, miras la montaña desde afuera (No soy fanática de las montañas rusas y la adrenalina con los pies fuera del suelo, así que ésta es la manera en que yo enfrento una montaña rusa). Como dije, la miras desde afuera. Si es de las grandes, tal vez pases por ahí una y otra vez buscando la excusa de que hay mucha cola y regresarás más tarde. De repente pasas y ya no hay más cola. Sabes que la vas a disfrutar. Sabes que te da miedo. Un dilema entre la responsabilidad y la vanidad, entre el que chu y el por qué no. Decides hacer la cola. Mientras avanzas, buscas las caras de los que salen. Ves un grupo salir y luego llegar despeinado. Escuchas el recorrido de los carritos. Escuchas los gritos. Escuchas tu corazón. La adrenalina toca la puerta. Siempre puedes salirte de la cola. Pero no lo haces. Por verguenza, por orgullo, o porque realmente te mueres de ganas de subirte, no lo haces. Llegó tu turno. Te sientas y amarras el cinturón de seguridad. Se cierran los seguros y parte la fila de carritos. No estás solo. Hay varios que viajan contigo. Varios que viven lo mismo. Muchos espectadores que te observan desde afuera como una cabecita que sigue un recorrido de velocidad, altura y juego. Al final, TODO es un juego.

La decisión que te lleva a subir va de la mano con la decisión de llegar al final. EL boleto es de ida y de regreso incorporado. Es cuestión de aprender a dejarte llevar y saber que no puedes controlarlo todo. En realidad, no puedes controlar casi nada. Tal vez el lugar donde pones las manos o cuánto gritas. Pero nada mas. Una decisiòn inicial tuya es la que te da el momento y la que te lleva a lo largo del recorrido.

Hay procesos que son así. Parten con una decisión. Son montañas rusas de ideas, promesas y sueños. Por supuesto que hay procesos que es necesario interrumpir. No hablo hoy de esos.

Hablo de los procesos que sabes que quieres atravesar. De esa meta a la que quieres llegar porque es lo que corresponde y porque es lo que tu corazón realmente quiere. El problema es en querer cuestionar el camino todo el tiempo. En contemplar la idea de tirarte de la montaña rusa. Es no ceder a la fuerza de la adrenalina y de los momentos rápidos y lentos. La montaña rusa lo tiene todo. Lo fácil y lo difícil, los llenos y los vacíos, las subidas y las bajadas, los momentos de grupo y los solitarios. Pero sobre todo, tiene un final. Un final que conoces desde el principio. Son esos procesos tipo montaña rusa que debemos aprender a valorar. Son puro aprendizaje y antes de lo que uno se da cuenta, ya vas camino a la puerta de salida para ver desde abajo otra persona que ocupó tu lugar. Cuando la vez, te das cuenta es es un punto dentro de un sistema. Un punto que experimenta un proceso que ya está ahí. Que ya existe. Un proceso que te alberga y te acoge para enseñarte que eres mucho más fuerte de lo que crees.

1 comment:

Jaco Rodríguez said...

Siempre es reconfortante leerte, Angie. Un beso