Thursday, December 13, 2012

Bikram hablando de Muros

Tuve la oportunidad de escuchar a Bikram Choudhury (creador de la secuencia de Bikram Yoga que vengo dictando hace cinco años) en una charla en Santiago de Chile. Le puso nombre al cáncer que enferma a toda la humanidad: 

M-U-R-O 
(Traduciendo wall...)

Nos dijo que entre todos nos odiamos. Nos separamos. Nos aislamos como islas. Negro-blanco. Hombre-mujer. Niño-adulto. Pobre-rico. Divisiones. Etiquetas. Tú-yo. Aquí-allá. No te entiendo. No te aguanto. No te acerques. Me construyo un fortín dentro del cual creo que estoy bien. Los ladrillos posiblemente están hechos de miedo. Y sobre todo, de un sentimiento que nace dentro de nosotros mismos.

Porque en nuestro interior, nos relacionamos de la misma manera. Nuestros pulmones odian a nuestro corazón (no saben trabajar juntos... por eso nos agitamos). Nuestra espalda odia nuestro abdomen (el abdomen no la protege). Nuestras manos odian nuestros pies (porque no llegan a tocarlos). Nuestros ojos odian lo que ven en el espejo. Un sin fin de fragmentaciones dentro de un sólo cuerpo. Muchos muros. Muchas particiones. Poco trabajo en equipo.

De repente empieza la clase de yoga. Las respiración comienza a fluir. Los muros, ladrillo a ladrillo, van debilitándose (si practicas Bikram Yoga, probablemente se derritan). Dejas de saber dónde termina tu espalda y dónde comienzan tus piernas. Los límites entre emoción y estiramiento se borran. Pensamientos y movimientos son lo mismo. Te miras a los ojos y realmente te miras a los ojos. Te perdonas. Te aceptas. Te paras derecho, tus pies firmes sobre el piso. Decides cambiar lo que no te gusta. Se siente bien ser tú mismo. Ser uno. Serlo todo dentro de ti.

Dicen que el amor es la goma que lo une todo. Yoga es unión y es amor. Rompe muros. Y romper muros es un trabajo duro. Cuesta mucho tumbar lo nos da aparente seguridad. Cuesta mirarse en el espejo y aceptarse como perfecto. Es trabajo de luchador, de guerrero, de terco, de arqueólogo y de hormiga.

Si aprendemos a romper muros internos, desaparecen muros externos. Ya no vemos niños o adultos, mujeres o hombres, flacos o gordos. Vemos más allá de esos cuerpos. Nos vemos a nosotros mismos.

Gracias Bikram por recordarnos que ¨El fuego está hecho para quemar, el hielo está hecho para helar y el hombre está hecho para amar

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