Monday, May 27, 2013

Realidad. El único punto de partida

Para los que me conocen, saben que creo que el yoga lo soluciona todo. Por qué? Porque el yoga lo abarca todo. Todas las dimensiones dentro de uno mismo. Y dentro de uno mismo están todos los problemas y sus soluciones. Creamos las realidades que vivimos. Cada uno se mueve en el mundo de su mente... Un mundo propio que nadie puede comprender del todo. Sin embargo, todos los mundos mentales son muy parecidos. Todos se mueven en el pasado y en el futuro, entre el miedo y el deseo, usan una imagen equivocada del yo construido por adjetivos y ausente de vacío. Desde ese yo tan volátil, cambiante y vulnerable como el pica pica, se construye, se destruye, se proyecta, se imagina, se ríe, se llora.... S

Sólo cuando salimos de esa mente y entramos en conciencia, nos hacemos parte de un todo compartido. Salimos de nosotros y nos hacemos uno. Puro silencio.

Creo profundamente en el yoga como una alternativa de cambio real. Sobre todo, porque te llena de vacío. El vacío se hace distancia. Y la distancia permite ver lo real y distinguir. Da nitidez. Da claridad. Inhalar y exhalar es lo único que se necesita para que todo se ponga en su lugar. Inhalar y exhalar es crear distancia para ver por una ventana, por un huequito, para ver sin límites. Cuando dejamos de respirar, se apaga la luz y comenzamos a imaginar.

El mundo nos vende cambio... cada segundo. Nos vende cambios imaginados. Cambio de celular, de ropa, de pareja, de departamento, de vida... Siempre, el punto de partida de ese cambio es algo ajeno a nuestra realidad. No existe. Es expectativa. Es de cartón. O existe algún gimnasio que te pone un espejo alfrente (y no la foto de una super modelo) y te dice que el punto de partida para bajar tu nivel de grasa corporal es quererte tal y como eres?

El punto de partida es negar tu realidad. Por lo tanto, cuando llegues a otra realidad, seguirás negándola porque siempre habrá algo mejor y más atractivo. La forma cambia. El fondo es el mismo. Un fondo insatisfecho.

El mundo no sólo nos vende objetos. Nos pone a nosotros mismos como objetos en los que nos tenemos que convertir. Un empresario exitoso. Una mujer que pesa 20 kilos menos y no tiene celulitis. Libertad en forma de postal de playa caribeña. Amor en forma de un anillo. Y todo.... como lo diría cualquier comercial de Telemercado... puede estar al alcance de tu mano en minutos. Nos venden el producto final, incluso el camino.

Alguien mira el punto de partida?

El yoga lo hace. Desde el primer día. La verdad es a veces agria. No porque lo es, sino porque uno no la acepta. El yoga te pone un espejo alfrente. Es una puerta al cambio... sin plazos, sin tiempos, sin cortes de camino... Es un camino que nunca termina porque no va a ningún lado que no conozcas. Aprender es recordar.

El yoga te enseña a mirarte a los ojos y ver que en ti, hay cambio todo el tiempo. Cuando te quedas quieto, observas que todo cambia porque esa es la naturaleza del universo, y uno, al alinearse con ese universo, automáticamente se mueve hacia el balance. Con temblores, lluvias, mareas altas y bajas... está en nuestra esencia alcanzar balance. No estamos hechos de plástico. Somos carne, hueso y universo puro.

El yoga no necesita venderte nada más que tu propia imagen para demostrarte que ya eres lo que quieres ser, ya sabes lo que quieres saber. No te enseña a construir nada que ya exista en ti. Es un cambio real porque te demuestra que lo único que hay que cambiar es la manera en que te miras a ti mismo. Y así, cambia tu mirada de otros. Del mundo.

El yoga es aceptación. Es unión con el hoy. Es alegría. Es fuerza.
Es de-terminación. Te enseña a terminar con todo lo que no te permite ser libre. Y creo que lo que más limita nuestra libertad, es nuestro deseo de ser distintos a lo que somos. Nos hacen creer que llegamos al mundo para caminar hacia tantos lugares... cuando en realidad, la vida es un camino de regreso hacia uno mismo.

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