Monday, November 29, 2010

¿alguien por ahí?

Nuestros pensamientos son como señales de radio que mandamos al aire. Si cada persona emite una y otra señal, uno y otro pensamiento, definitivamente deben haber momentos en que las señales se cruzan. Al final, todos compartimos el mismo aire y las ventanas de las casas y los carros no son lo suficientemente permeables para contener todo lo que nos pasa por la cabeza. En únicas ocasiones, cuando las señales se cruzan, te llama la persona en la que estabas pensando o la encuentras por la calle. Cuántas veces he querido salir a buscar a algún amigo que no ve hace tiempo para preguntarle cómo está. Es como si de repente, supiera que era persona me necesita, o como si recordara, cuánto lo necesito a el o ella. Lo he imaginado con el pensamiento, pero pocas veces he logrado que mis pies se muevan. Me pregunto si existen amigos con buenas intenciones y pies flojos.

Lo fascinante del asunto es que generalmente esas conexiones se dan sin que uno lo sepa. Las señales se están cruzando en el medio del aire y las personas no se dan cuenta, no lo contemplan como posiblidad. Por eso muchas veces nos sentimos solos, porque nos creemos solos.

Yo puedo estar aquí, pensando en alguien, o en algo, y en algún otro lado de mi muro o del planeta podría haber alguien pensando en mí, o en ese mismo algo. Tal vez si creyéramos más en eso la hora de dormir no sería tan silenciosa. Tal vez, entre ovejas y abejas encontrarías miel y lana que te abrigue el sueño al imaginar las cantidades de personas que están también sobre su cama, mirando el techo y pensando.

No sé si es el final de año pero esos momentos antes de dormir se hacen un poco más largos. Quiero creer que no soy la única que por ratos tiene ganas de salir corriendo a algun otro lugar, que siente las ganas de abrir los brazos hasta el infinito y abrazarlo todo, de respirarlo todo y sentir que un sol grande brilla por dentro. Por alguna razón, hay etapas en el año que resuenan en cada uno, que tienen un eco que sólo recuerdan las células del cuerpo. Ese es el eco que me genera a mí el final de año. Es como si el sol se convirtiera en vela y como si un airesito quisiera soplar y apagarla. Pero pongo las manos como muro que protege la vela. El eco es sólo eso, eco. Las manos, los pies y la mirada es lo que te mantiene en movimiento.

Me pregunto cuántos más estarán esperando el oxígeno que trae el primer día de un año.

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